Cuando no tomas una postura en contra de la corrupción, tácitamente la apoyas:
Kamal Haasan (1954-?) Política hindú
Afortunadamente, el incidente en el que un par de hampones roban una camioneta propiedad de la diputada morenista Giuliana Bugarini, tuvo el final menos difícil: nadie resultó herido y la unidad fue recuperada.
Pero en la evaluación reposada del hecho, es inevitable advertir algunos elementos de interés:
Primero, llama la atención el tipo de vehículo que usa la diputada, una camioneta Sierra, de la General Motors, cuyo valor ronda los dos millones de pesos. Y no me detengo en la tontería esa de la 4T, que todos repiten como mantra pero que nadie cumple, la de la austeridad.
Bugarini tiene todo el derecho del mundo a comprarse el auto que quiera y pueda, pero es evidente que la prudencia y el sentido común son siempre buenos consejeros: andar en un vehículo de esas características es jugar a la ruleta rusa en un escenario de altísimo riesgo por la inseguridad prevaleciente. Tristemente hoy no es posible darse los lujos que alguien con posibilidades económicas quisiera. Es injusto, pero es la realidad. Y hacerlo es caer en la irresponsabilidad. Es el caso de Bugarini.
Segundo, si de irresponsabilidades hablamos, no puede pasar inadvertida la del conductor con facha de escolta que estaba a cargo de la unidad. Amén del descuido de no advertir que dos sujetos se le acercan en actitud absolutamente sospechosa, resulta inverosímil la estupidez de disparar en varias ocasiones contra la camioneta y sus ocupantes, una vez que éstos emprendían la huida. ¿En qué cabeza cabe ponerse a disparar a diestra y siniestra, con el riesgo de herir o matar a algún transeúnte o a otro automovilista, o dañar alguna vivienda o vehículo?
Es notoria la falta de pericia y adiestramiento de ese sujeto que, se infiere, hace las veces de chofer y escolta de la legisladora. Se desconoce si es policía asignado a esa tarea, o un civil, en cuyo caso no tendría facultades para portar armas. En estricto sentido, debiera ser sujeto a proceso penal por poner en riesgo la vida de otras personas con su actuar irresponsable.
Tercero, es de resaltar también que el incidente dibuja la cotidianidad en los gobiernos de la 4T: nadie resiste la tentación de andar en vehículos “machuchones” y de andar con un séquito de guaruras. Es gente que nunca estuvo acostumbrada a ese tipo de lujos, y ahora en el poder tratan de “desquitar” ese “tiempo perdido”, suponiendo absurdamente que ello les da prestigio y un estatus social que para nada tienen.
Y no menos importante: la camioneta fue localizada en cosa de minutos. ¿Habla de la eficiencia policiaca? En parte sí, pero sólo cuando se trata de personajes de la clase política, y más si son del movimiento en el poder. Hace algunos meses, Itze Camacho, alcaldesa de Lázaro Cárdenas, también morenista, fue despojada a mano armada de su camioneta en la autopista de la muerte, la Siglo 21. Unos pocos minutos después, ya la había recuperado. La misma buena suerte tuvo ahora Bugarini. Suerte que no tienen 99 de cada cien víctimas del mismo delito. Todo apunta a que los asaltantes son alertados de que robaron el auto equivocado y hay que devolverlo para no empeorar la imagen de la entidad. Que se roben cualquier otra unidad, pero no la de una persona encumbrada en el poder público.
Me da gusto que no haya pasado del susto para Giuliana, pero es de esperarse que ella tome nota del incidente y las medidas correctivas.
X@jaimelopezmtz