No se puede matar la verdad, no se puede matar la justicia, no puede matar aquello por lo que luchamos:
Jean Dominique (1952-1997) Activista haitiano
En redes sociales aficionados a la tauromaquia recriminan tanto a los gobiernos estatal y municipal, como a los colectivos animalistas, que en los corrales de la Monumental de Morelia estén encerrados “muriéndose de hambre” toros que iban a ser lidiados en la frustrada corrida del 30 de septiembre. Nadie les da de comer, acusan, y endosan la responsabilidad a quienes impulsaron que se cancelara el evento.
Por supuesto que alguien debe hacerse cargo del cuidado de esos animales. Desconozco el estatus jurídico de su propiedad, pero en todo caso al gobierno del estado no le cuesta nada hacerse cargo de ellos, para eliminar los cuestionamientos de los aficionados a las corridas que se sienten agraviados con su prohibición.
Pero ese es un punto superficial, de fácil resolución. Lo toral es que a fin de cuentas está vigente la ilegalidad de organizar eventos donde se sacrifiquen animales solo por el gusto o el morbo de unos cuantos.
Hizo bien Alfredo Ramírez Bedolla en defender política y jurídicamente su propia iniciativa, luego de la suspensión otorgada por un juez. Hoy tiene encima a los aficionados, pero el respaldo no solo de los colectivos defensores de animales, sino de quienes sin pertenecer a ellos, consideramos que la llamada “fiesta brava” debe desaparecer en su salvaje formato, por un elemental sentido de respeto a toda forma de vida.
Aún hay alcaldes que tratan de resistirse a la nueva ley, pero afortunadamente cada vez son los menos. Así como se fustiga con severidad acciones gubernamentales retrógradas o impregnadas de corrupción o ineficacia, es válido resaltar las que sí son de avanzada o de justicia. No tengo duda que la prohibición de corridas de toros forman parte de estas últimas.
X @jaimelopezmtz