La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas
Albert Camus (1913-1960) Filósofo y escritor francés
Es una de esas contradicciones que sólo tienen cabida en nuestro kafkiano sistema: las jerarquías consideradas de izquierda, como por ejemplo los líderes sindicales, tienen todo el derecho a orientar, sugerir o incidir en el voto de sus gremios, pero los empresarios que hacen lo propio son amagados con sanciones por la autoridad electoral.
Y es que nadie osa considerar como delito electoral si los líderes sindicales juran y perjuran a los cuatro vientos que sus agremiados votarán por tal o cual candidato; ya se sabe que regularmente chantajean con el petate del muerto, porque “comprometen” miles o millones de votos de su gremio, como si éste estuviera conformado por retratados mentales que pueden ser manipulados a entera discreción.
El ejemplo más acabado de ello fue por supuesto el caso de Elba Gordillo, la otrora todo poderosa dueña del sindicato magisterial, quien no dudaba en ofrecer dos millones de votos al mejor postor, garlito en el que cayeron Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón; y por las mismas siempre han andado los impresentables Carlos Romero Deschamps o Napoleón Gómez Urrutia, entre tantos otros del mismo corte gansteril.
Y ahí nadie dice nada, pero cuando los líderes empresariales o simplemente los propietarios de firmas privadas se atreven a sugerir a sus empleados que orienten su voto por algún candidato, casi siempre presidencial, que no sea de izquierda, entonces es obligado quemarlos en leña verde.
Esto ha pasado con los propietarios de empresas que recientemente han llamado a sus trabajadores a “reflexionar” su voto del próximo primero de julio y a orientarlo por donde se garantice estabilidad económica y laboral, para que no pongan en riesgo a la empresa y, por ende, sus empleos. Cualquiera con dos dedos de frente, entiende que están llamando a votar por cualquiera, menos por Andrés Manuel López Obrador.
¿Eso es chantaje?, quizá. Como también lo es cuando la mafiosa Cnte llama a votar por el propio AMLO porque echará abajo la reforma educativa.
Se trata del mismo derecho para ambas posiciones: el derecho a buscar el voto en favor de quien más convenga; a la Cnte conviene que el tabasqueño sea presidente y es válido empujar por el voto corporativo, y al empresariado conviene que Ricardo Anaya o José Antonio Meade lleguen a Los Pinos, para tener mayores condiciones de estabilidad económica que garanticen la seguridad en los empleos.
Es válido votar por conveniencia; de hecho la mayor parte de los electores orientan su decisión con ese criterio; las generalidades aquellas de votar por quien más convenga al país, en la realidad pasan a segundo término, si es que se llegan a considerar. Es el voto de la conveniencia y punto.
Lo que no se vale es impulsar ese derecho en determinado caso y fustigarlo en otros. Digo, es una máxima democrática el ser todos coludos o todos rabones, ¿no?
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