Cuidado con tu contribución a la creciente banalidad del mal, no sea que te conviertas en engranaje de la maquinaria del terror
Heather Marsh (escritora española)
La nota no es si López Obrador llevó más personas a «su» marcha que las que fueron a la del 13 de noviembre; por supuesto que hubo más ahora. La nota tampoco es si declina la «invitación» de sus seguidores para reelegirse en el 24. Claro que rechaza esa posibilidad, no porque esté prohibida en la Constitución, sino porque su salud ya no le da. La ley, sabemos, le tiene sin cuidado.
La nota menos fue ver quiénes aparecerían a su lado encabezando la marcha y el mitin en el Zócalo. Tampoco qué mensaje enviaría: no se salió del script, la refinería que no refina es la más moderna del mundo, lo mismo que el aeropuerto que nadie usa; la obra ferroviaria más grande del mundo es la del Tren Maya, no importa que sea ecocida. Por supuesto la nota del domingo nunca iba a ser ni los 600 mil muertos por Covid ni las farmacias sin medicinas, o la inflación nunca vista en tres décadas y menos el control ya total del país por el crimen organizado, ni menos los 200 mil muertos por la violencia.
Menos, claro, la nota iba a ser confirmar que el presidente necesita atención sicológica urgente, si no es que siquiátrica.
La nota fue que el mismo gobierno se encargara de difundir la llegada de cientos o miles de autobuses a la Ciudad de México, para confirmar el acarreo masivo. Que también desde el poder se difundieran videos en redes sociales en los que servidores de la nación «invitan» a beneficiarios de programas oficiales a marchar el domingo para asegurar que dichos apoyos no les sean retirados.
La nota no es que sin rubor alguno Claudia Sheimbaum se deje grabar mientras distribuye tortas a los marchistas, y aliente su difusión. La nota no es que el gobierno no intente frenar, o al menos aclarar o desmentir, que todo el personal de la Guardia Civil recibió órdenes de marchar vestidos de civil. Tampoco no es que se filtre la orden a gobernadores y alcaldes morenistas de garantizar una cuota de acarreados.
¿Porque permitió o incluso alentó el gobierno todo ello, si en apariencia le es contraproducente? Muy fácil, y esa es la nota: porque el presidente ha enviado la señal este domingo de que hará lo que sea, y lo que sea es lo que sea, para ganar en el 24.
Si debe «comprar» votos como este domingo compró la asistencia a la marcha, lo hará. Sí debe usar a su gobierno como ahora lo hizo con Sheimbaum, lo hará. Si debe echar mano de la Guardia Nacional, y ésta es sinónimo de las fuerzas militares, tal como hizo este domingo, lo hará en el 24. Si debe violar la ley usando los programas sociales, tal cual pasó este fin de semana, lo hará sin problema.
Esa es la verdadera nota, decimos en el periodismo. Por eso intencionalmente se dejaron correr videos y rumores sobre el acarreo, el uso de programas sociales para obligar a asistir a la marcha. Por eso Sheimbaum se dejó grabar regalando tortas y por eso los gobernadores no tuvieron empacho en fotografiarse con sus propios acarreados.
López Obrador perdió la cordura, alcanzó niveles de cinismo alarmantes y ha decidido enviar el reto al resto de la sociedad, a los organismos electorales, a la oposición y al mundo entero, de que hará lo que sea para ganar en el 24. El cinismo de este domingo lo replicará en las elecciones, y por eso desde ahora avisa. Que no lo entienda el que no quiera. Al tiempo. Y a la pesadilla todavía le quedan 673 días.
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