La política es un ejercicio de la maldad, pero a la vez es imprescindible porque sin ella no hay organización social
Santiago Kovadloff (1942-?) Escritor argentino
Ramón Hernández Reyes jura y perjura que su renuncia a la presidencia del Instituto Electoral de Michoacán, obedece a motivos estrictamente personales y a que buscará participar en la convocatoria para magistrado del Tribunal Electoral del Estado.
En contraparte, hay versiones provenientes tanto del IEM como del Instituto Nacional Electoral, en el sentido de que se trata de una salida negociada, a cambio de no instaurarle un procedimiento administrativo por presuntas irregularidades administrativas.
Evidentemente, las versiones chocan. ¿A quién creerle?
Que él decidiera renunciar, sería desde luego la posibilidad menos criticable. Cierto, no es precisamente sano que se dejen responsabilidades en el servicio público a la mitad, sólo para ir en pos de otra. Vaya, aún si fuera cierta esa versión, ello no le ayudará mucho a la hora de buscar una plaza de magistrado del TEEM: alguien que deja tareas a medio terminar no es muy confiable que digamos. Pero en todo caso, repito, sería lo menos grave.
La otra posibilidad es realmente delicada: si el INE, como se asegura también, recibió quejas de consejeros del IEM (concretamente se habla de Yurisha Andrade) sobre irregularidades en la presidencia de Hernández Reyes, y al corroborarlas se optó por una salida negociada, renuncia a cambio de impunidad, es altamente criticable.
Y es que no pueden olvidarse varios episodios durante su presidencia en el IEM, que estuvieron en el filo de la ilegalidad o, por lo menos, de la sospecha: la adquisición de autos sin licitar; el otorgamiento de bonos entre los consejeros; la “iguala” ilegal a los representantes de partidos ante el Consejo General; el desastre que fue la impresión de boletas para la elección local del año pasado, y la misma liquidación que se autorizó a sí mismo Hernández cuando dejó de ser presidente hace cinco años, sabiendo que volvería a serlo, es decir, que no se retiraría.
Lo cierto es que su salida fue a todas luces sorpresiva, y cualquiera de las dos posibles causas es grave, mucho más la segunda desde luego.
En ese sentido, tanto el IEM como el INE estarían obligados a clarificar el caso y dar a conocer los motivos reales de la renuncia de Hernández, que tendrá vigencia hasta el próximo treinta de septiembre. Dar a conocer si hay o no investigaciones por esas posibles irregularidades administrativas.
No hacerlo, y dejar que todo pase y se acuda al olvido de la opinión pública, en aras de no arrimarle más leña a la hoguera, iría solo en detrimento de la de por sí maltrecha imagen de los organismos electorales. Veremos.