Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal, resulta ya no inmoral, sino criminal y abominable.
Cicerón (106 aC-43 aC) Político y filósofo romano
Cualquiera que hubiera sido la decisión que tomara la Comisión de Rectoría, generaría polémica. Designar a quien encabece la institución educativa más importante del estado, explica el interés y la expectativa que concita.
Los integrantes de la comisión se decantaron por Yarabí Ávila, lo que ha generado polémica, pero lo mismo hubiera sucedido con cualquier otro perfil. Es válido y hasta sano que así sea.
No puede negarse que Ávila tiene, como la gran mayoría de los aspirantes, las prendas suficientes que justifican la designación. Es altamente probable que el factor que tomaron los integrantes de la Comisión de Rectoría, haya sido la expectativa de que con ella se garanticen los respaldos necesarios del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla.
Lo advertimos a mediados de la semana anterior: Yarabí Ávila sería designada rectora porque así conviene a la Universidad.
Ahora corresponde a ella justificar, en los hechos, que tiene las condiciones para llevar a la Universidad al sitio que a nivel nacional merece en función de su historia.
Deberá mostrar que tiene aptitudes para equilibrar factores fundamentales: la mano firme pero no de hierro frente a la problemática laboral, y la visión académica para impulsar la investigación y la excelencia educativa, que en muchos sentidos se encuentra estancada en la institución.
Además, Ávila deberá navegar en un escenario político complicado: su cercanía con Ramírez Bedolla es real, y deberá sacarle jugo por el bien de la institución, pero al mismo tiempo deberá enviar señales de autonomía e independencia respecto del mandatario. No será fácil, pero está obligada a estirar la liga en esa ruta. No le conviene parecer miembro del gabinete bedollista, pero tampoco confrontarse con él. He ahí un enorme reto para la nueva rectora.
Es de esperarse que vengan buenos tiempos para la casa nicolaita. Su nueva cabeza deberá demostrar que tiene el empaque para ello. Hay que confiar que así sea. Y mientras, a la pesadilla ya sólo le quedan 631 días. Twitter @jaimelopezmtz