Todo hombre tiene su precio; lo que falta es saber cuál es
Joseph Fouché (1759-1820) Político francés
Sin duda, quienes anticipan que la llegada de Emilio Lozoya y su acuerdo con la Fiscalía General de la República para delatar a los políticos que recibieron dinero de sus manos a cambio de votar por la reforma energética hace siete años, será más espectáculo mediático que un golpe efectivo contra la corrupción.
Está claro que hoy Andrés Manuel López Obrador y su gobierno requieren un distractor, un tema que “compita” mediáticamente con la pandemia y el manejo desastroso que ha tenido por el gobierno, con la inseguridad y criminalidad desatadas por todo el país, y con la crisis económica que será de consecuencias insospechadas, por no decir que ya comienza a serlo, con el primer millón de mexicanos que perdieron su empleo sólo en el último mes.
Es obvio que lo de Lozoya es una nimiedad si se le compara con cualquiera de esas tres grandes crisis que vive México en este momento, la de salud, la de inseguridad y la económica, pero no hay duda que López Obrador sabe cómo inflar cualquier tema que le ayude para “equilibrar” la debacle que es su gobierno.
Por supuesto, que Lozoya vaya a la cárcel si se comprueba que desvió recursos públicos, y que se evidencie a políticos corruptos, es relevante y es de esperarse que así sea. Pero el caso Lozoya no pasará de juegos pirotécnicos y luces artificiales. El delito de cohecho no es grave y si ya negoció con la Fiscalía para aceptar su extradición es porque sabe que no pisará la cárcel, a cambio de entregar videos comprometedores para algunos políticos. Y doble contra sencillo a que Enrique Peña Nieto quedará de lado, no será tocado por la Fiscalía, aun si Lozoya pretendiera involucrarlo. Como siempre caerá todo el peso de la ley sobre algún pez menor, por supuesto no afín a la 4T, y de ahí no pasará.
Pero a cambio, el caso de los videos de Lozoya servirá para darle tema a López Obrador por varios días, buscando que los medios y la opinión pública dejen descansar un poco a Hugo López Gatell y a la pandemia misma. Con estridencia, el presidente gritará a los cuatro vientos que este es un resultado de la lucha de su gobierno contra la corrupción, aunque éste no haya iniciado la denuncia contra Lozoya, y en realidad contra nadie. Sólo recoge cascajos de otros gobiernos, pero bien que sabe sacarles jugo. Si no, al tiempo.
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