La política es el arte de servirse de los hombres, haciéndoles creer que se les sirve a ellos
Louis Domur (1863-1933) Escritor suizo
Juan Antonio Magaña de la Mora es sin duda un tipo decente, o lo que en la actividad política y del servicio público más se aproxime a esa cualidad. En la docencia y como magistrado goza de un respeto me parece que bien ganado, y ahora el Partido Verde le invitará para que sea su candidato a gobernador. Por decencia, justamente ese atributo con que lo describo, es de suponerse que Magaña no aceptará esa “invitación”.
Primero, porque el partido que lo convoca es el prototipo del descrédito político: el Verde es un partido sin solvencia moral, sin ascendencia entre el electorado, que goza de la peor fama pública, no sólo por su eterna capacidad para venderse al mejor postor y para ser fuente inagotable de recursos para sus líderes, que se han enriquecido descomunal y groseramente, sino porque se ha constituido más que en un partido, en una franquicia que manejan sus “propietarios” en cada estado de acuerdo a sus intereses, políticos y económicos.
Un partido que no le aporta nada a México, pero que medra al amparo de la lucha en favor de la ecología, es el que le propone a Magaña de la Mora la candidatura.
El Verde en Michoacán tiene un dueño, no líder ni presidente, un propietario: Ernesto Núñez, quien se ha asegurado cada trienio de no despegarse de la ubre presupuestal del poder legislativo, sea federal o estatal. Su bochornoso paso por San Lázaro, donde fue descubierto y exhibido en tratos de “moches”, no fue obstáculo para brincar por dos legislaturas consecutivas al Congreso del Estado. La ausencia de prendas éticas y morales, la compensa Núñez con un olfato político de primer orden: siendo dueño del Verde, si él quisiera ser candidato a gobernador no tendría obstáculo alguno en serlo. No lo será, porque está consciente de que su partido no tiene la menor oportunidad de ganar la gubernatura, y sí en cambio está en riesgo de perder el registro. Luego entonces, lo que requiere es un candidato “apartidista” no que gane, pero sí que garantice suficientes votos para mantener el registro y, de pasada, para asegurarse los votos suficientes para acceder a una o dos posiciones plurinominales.
Y si, como siempre, el Verde vuelve a negociar su incorporación a una alianza multipartidista, Magaña simplemente sería moneda de cambio. En ese sentido, el Verde no tiene empacho en negociar con el diablo si es preciso: ha sido aliado del PRI, del PAN, de facto del PRD, y ahora lo será de Morena. En cualquier escenario, Núñez se asegurará de volver a San Lázaro.
En un contexto tan sucio, como en el que regularmente se mueve el Verde, Magaña de la Mora no tiene ningún futuro como candidato a gobernador. Es claro que Ernesto Núñez pretende aprovecharse de su inexperiencia en lides políticas y de su perfil apartidista, amén de su prestigio como abogado. Si el magistrado valora con objetividad la “invitación”, caerá en la cuenta que es altamente degradante ser candidato del Verde y que sólo se prestará al plan ranchero de Núñez. Porque eso sí, éste jamás da paso sin huarache. Magaña podrá en riesgo su prestigio si acepta ponerse la camiseta del tucán. Al tiempo.
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