No es el poder el que corrompe, sino el miedo; el miedo a perder el poder corrompe a quienes lo ejercen, y el miedo al castigo desde el poder corrompe a quienes están sujetos a él.
Aung San Suu Kyi (1945-?) Política birmana
El presidente López Obrador debe estar, ahora sí, lo que le sigue de preocupado. Seguro las alarmas se han prendido en Palacio Nacional.
La marcha de este domingo rebasó por mucho las expectativas de los organizadores, pero también del propio presidente, que sin duda alentaba la esperanza de que resultara un fracaso. Fue todo lo contrario: no se recuerda en México una movilización de tal magnitud, ajena al acarreo y a los partidos políticos.
En Morelia, ni en los mejores tiempos del surgimiento del cardenismo, allá en el 87, se había registrado una afluencia ciudadana como la de este domingo.
Pero con todo y su alarma, es evidente que a López Obrador no le hace mella la movilización dominical, por inusitada que haya sido en términos cuantitativos, y que por ende a los legisladores a su entero y leal servicio tampoco les afectará en lo más mínimo: ellos están resueltos a aniquilar la autonomía del INE para garantizar el triunfo en el 24.
Y se supone que PAN, PRD y MC están firmes en la oposición. Por eso, en realidad las marchas en defensa de la democracia llevaban como destinatario al PRI, que se constituirá, para bien o para mal, en el fiel de la balanza respecto de la reforma electoral.
En efecto, el otrora partido hegemónico, hoy en lamentable estado moribundo, tiene en sus manos nada más y nada menos que el destino de la democracia en México. De su voto en San Lázaro y luego en el Senado depende la vigencia o la muerte de las elecciones libres y, por tanto, de la misma democracia.
Es de esperarse que los cientos de miles, seguro millones en todo el país, que este domingo salieron (salimos) a marchar, obliguen a los priístas a la reconsideración, si es que tuvieran dudas de acompañar a López Obrador en su demencial carrera de aniquilamiento de la democracia.
El PRI pagó caro su histórica ineficacia y corrupción. Paradójicamente, hoy está ante la posibilidad de recuperar algo de la poca credibilidad que llegó a tener. Si acompaña al presidente en el perfilamiento de la dictadura o acompaña al país en la defensa de la democracia. He ahí el dilema para el tricolor.
Veremos si supo leer el contundente mensaje de este domingo. Y mientras, a la pesadilla todavía le quedan 687 días.
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