Los pueblos a quienes no se hace justicia, se la toman por sí mismos más tarde o más pronto:
Voltaire (1694-1778) Filósofo francés
Como nunca, sería ideal que la Selección Mexicana de futbol tenga una histórica participación en la Copa Mundial del 2026, algo así, mínimo, como alcanzar los cuartos de final. Es ideal, aunque poco viable.
Y es que una participación exitosa sería lo único que podría paliar el desastre que resultará en términos financieros, sociales y políticos: México, igual que Canadá, recibió una rebanada del pastel que en realidad le tocaba a Estados Unidos, originalmente designado para ser anfitrión del evento por parte de la FIFA.
Sin embargo, para México resultará un calvario, primero en términos financieros, dado que los gobiernos de la capital del país, de Jalisco y de Nuevo León, están teniendo que endeudarse sobre manera para cumplir requisitos como la modernización de vías carreteras, de sistemas de transporte y de servicios en general. Ninguno de ellos contaba con los recursos para hacer frente al compromiso y la deuda es la única “solución”.
Ni siquiera puede verse como inversión el gasto multimillonario, porque el país que acepta ser sede autoriza a la FIFA a no pagar un solo dólar de impuestos de ningún tipo. El cien por ciento de la utilidad, que es ciertamente descomunal, va directo a las alforjas del organismo rector del balompié mundial.
Pero además, para esos gobiernos y sobre todo para el federal, el reto de la seguridad es mayúsculo: cómo garantizarla a las delegaciones y aficiones visitantes, cuando no existe en México. Parece imposible.
No parece lo más sensato que un país con crecimiento económico en cero y con las elevadísimas tasas de criminalidad como el nuestro, se eche a cuestas la organización de un evento de la magnitud de un Mundial de Futbol, porque no se ve cómo pueda maniobrar con efectividad en ninguno de esos aspectos.
Fue López Obrador el que aceptó que México fungiera como sede y Claudia Sheinbaum no tuvo más remedio que mantener firme el compromiso. Es claro que si a ella le hubiera tocado decidir en primera instancia, habría rechazado la convocatoria de la FIFA. Pero no tuvo opción, ni modo de contradecir al patrón.
Así que con todo ese panorama, lo mejor que le puede pasar a la presidenta con A es que el equipo de Javier Aguirre alcance una participación triunfadora, que serviría para borrar, así fuera en parte, la resaca del evento. Caso contrario, todas las miradas se volverán a la 4T por su irresponsabilidad de organizar la Copa del Mundo, para lo que claramente no está preparada. Así que aunque le disguste el futbol, Sheinbaum seguramente será la porrista número uno del equipo tricolor. Lo que hay que ver. X@jaimelopezmmtz



