El periodismo es una maravillosa escuela de vida
Alejo Carpentier (1904-1980) Escritor cubano
-Tú sígueme-
Dudé: cómo porqué tenía que seguirlo. Si bien yo hacía mis pininos en la reporteada, aún traía el olor de la academia, ese tufo de soberbia y petulancia que de poco sirve en este oficio, aunque uno lo viene sabiendo sólo a la vuelta de los años y a golpe de decepciones. Él, en cambio, flaco, desgarbado, ya me había contado minutos antes que apenas había concluido la secundaria. Era el empirismo periodístico en su ilustración más genuina.
No lo seguí.
Al día siguiente me llevé mi primer regaño en La Voz de Michoacán: Miguel Durán publicó en el Diario de Morelia la autorización presupuestaria del gobierno federal para concluir la construcción del aeropuerto Francisco J. Múgica. Yo no. Ganó la exclusiva. Buena nota. Y eso que los dos habíamos estado en el mismo lugar y a la misma hora. Él se llevó nota de ocho columnas y yo una de relleno, que ni primera plana me mereció en La Voz.
Era julio de 1984.
Miguel quiso compartirme esa exclusiva. Mi soberbia universitaria me impidió acompañarle. Su empirismo ganó esa vez, y muchas otras, sin duda. Tenía olfato reporteril, ese que no se imparte en ninguna aula, y que sí se pule en la calle. Pero aprendí la lección y por un buen tiempo le seguí en la reporteada.
Siempre fue generoso, me compartió secretos –algunos no necesariamente publicables- en el periodismo. Seguí unos, otros no. Me abrió puertas de políticos, de funcionarios, salió en mi defensa cuando alguno trató de amedrentarme en vista de mi edad. Ya era Don eme.
Doce años después, en mi único paso por el servicio público como comunicador social, fue el primero en venir a mi oficina a desearme suerte y a ofrecerme su ayuda, ayuda desinteresada, como me constó con el paso del tiempo.
Don eme, le decía todo mundo. Para mí fue siempre, desde aquel lejano 84 en que lo conocí, Miguelón, porque así me pidió que lo tratara, de tú, nada de usted, pese a la diferencia de edades. Eso sí, también me consta, a pocos les permitió tutearlo.
Todavía hace un par de meses, de camino a su casa luego de una nada productiva –para mí- partida de dominó, me confío algunos tips para mi columna, aunque al publicarlos al día siguiente, me habló para reprocharme no haber captado íntegramente su información.
Este miércoles dejó de reportear.
Hasta siempre Miguelón. jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>