Democracia es el nombre que se le da al pueblo siempre que se le necesita
Márquez de Flers (1872-1927) Escritor francés
Cuando el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, anticipa que un militar perfectamente podría ser presidente de Mexico, siempre y cuando pase el filtro de las urnas, no comete ningún exabrupto ni yerro: refleja con toda nitidez una realidad, una posibilidad que no queda en lo teórico, sino que se engarza en la peligrosísima realidad que hoy enfrenta el país.
La ley no impide a un militar ejercer una actividad pública derivada de un proceso electoral, si cumple con algunos elementales requisitos. Por eso. López Hernández no comete una barbaridad legal, como muchos quisieron endilgarle alarmados luego de que hiciera tal aseveración.
El problema no pasa por lo legal, queda claro, pero sí por lo fáctico: tras el proceso revolucionario de la primera parte del siglo veinte, la oportuna separación de la milicia en tareas gubernamentales y políticas, ha sido parte fundamental de la clave para entender la sana dominación de los civiles en la cimentación de la vida institucional del país. Que los civiles se dediquen a gobernar, y no los militares, ha permitido que México sea uno de los pocos países de Latino América que no ha caído en los siempre tentadores golpes de estado y en su consecuente militarización. Ello no es gratuito, ha sido resultado de gobernar con visión civil, sin que por más de casi ochenta años se alterara esa necesaria correlación de fuerzas con los militares.
Pero, para no variar, el presidente López Obrador también en esto vino a quebrar una relación institucional que sí caminaba bien, con algunos altibajos normales, pero nada que se acercara a que los timbres de alarma sonaran.
De tanto dar poder donde no lo tenían los militares, a fin de asegurarse su apoyo para el 24, al presidente se le ha salido de control el monstruo que creó. Tanto, que hoy es una peligrosa realidad la posibilidad de que, en efecto, López Obrador se viera obligado a tutelar una candidatura militar para sucederlo.
Las alarmas se han encendido. La militarización en todos los sectores es un hecho; solo faltaba en el político. El secretario de Gobernación se ha encargado de aclararnos que se perfila redondear el empoderamiento absoluto de la cúpula militar. Y a la pesadilla todavía le faltan 708 días. Twitter @jaimelopezmtz