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domingo, julio 20, 2025

MILITARIZACIÓN, REVIRE OBLIGADO

Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible; los políticos por hacer lo posible imposible

Bertrand Rusell (1872-1970) Filósofo británico

 

jaimelopezLa militarización de la seguridad pública, decretada por Felipe Calderón, constituyó parte de la piedra angular del discurso oposicionista de Andrés Manuel López Obrador, no sólo contra el michoacano, sino también contra el sucesor de éste, Enrique Peña Nieto.

Hoy, a la vuelta de los años, y ya en el ejercicio del poder, López Obrador tiene que tragarse sus palabras. De calificar de homicidas a los soldados, de ser parte de su discurso incendiario en contra del régimen panista y priísta, de fustigar a las fuerzas armadas por convalidar la corrupción y de enjuiciarlas mediáticamente por casos como Ayotzinapa y Tlataya, el ahora presidente les entrega mucho más que sus antecesores.

En efecto, con el tabasqueño, los militares tienen no sólo el control de las políticas públicas en materia de seguridad, sino canonjías impensables en los anteriores gobiernos, como la construcción y usufructo del aeropuerto de Santa Lucía. Y hasta una ventaja adicional, fundamental: ni siquiera tienen que arriesgar su integridad física cuando se topen con narcos, porque éstos también son protegidos de la 4T, son intocables.

En todo caso, el decreto presidencial que ordena que los militares vuelvan a las calles a brindar el servicio de seguridad, no hace sino corroborar algo que es del dominio público: la Guardia Nacional ha sido un rotundo fracaso. Ese bodrio inventado por López Obrador, como en general su política de seguridad, si es que a lo suyo se le puede llamar así, política, es un absoluto fracaso.

Y eso que también en ese sentido la pandemia del Covid 19 le cayó como anillo al dedo al presidente, porque en medio de ella la opinión pública casi no repara en que cada mes en el gobierno de la 4T va rompiendo récord tras récord el nivel de homicidios y de criminalidad en general. La información de la pandemia alcanza a matizar y hasta a ocultar la terrible realidad que se vive, cada vez más subrayada, en inseguridad.

Puede decirse que por primera ocasión como presidente, y no sé si en su vida entera, López Obrador está admitiendo un fracaso suyo, porque así sea explícitamente autorizar de nueva cuenta la militarización de la seguridad pública, conlleva la aceptación del fracaso de su modelo de Guardia Nacional.

Tener a los militares en las calles no es lo ideal en materia de combate a la inseguridad, pero es lo que hay, es lo poco que queda de esperanza de que algo aunque sea puede aún hacerse en contra de los verdaderos dueños del país, los capos de los cárteles. En ese sentido, debo admitir que López Obrador acierta con ese decreto, de eso no hay duda, como tampoco de que la decisión va a contrapelo con su discurso histórico. Hoy, al presidente le toca tragar sapos y culebras, como en muchas otras cuestiones le irá tocando conforme avance su fallido gobierno. Si no, al tiempo.

twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com

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