La diferencia entre una democracia y una dictadura, es que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes
Charles Bukowsky (1920-1994) Escritor alemán
A José Manuel Miereles, como a cualquier ser humano, hay que evaluarlo por facetas.
En su vida personal, poco hay que rescatar: su primera estancia en la cárcel acusado de posesión de enervantes, su inclinación muy probablemente patológica hacia las mujeres menores de edad y sus lances que dejaban en claro una falta absoluta de respeto a la mujer, son evidencias de que su conducta personal no fueron, para nada, dignas de encomio. Todo lo contrario, poco o nada como para rescatar.
Incluso su vida pública es de luces y sombras. Como servidor público ejerció algunas responsabilidades de menor magnitud, pero la más importante fue como subdelegado médico del ISSSTE en Michoacán, en la recta final de su vida, ya en la 4T, más como pago de favor político por parte del presidente López Obrador, que por méritos profesionales. Al frente de esa oficina tuvo un gris paso, en términos de resultados y eficacia.
En contraste, su otra faceta pública, su papel como el más emblemático líder de las autodefensas de la tierra caliente, corresponde y justifica los reflectores y el reconocimiento que alcanzó Mireles.
En efecto, lo que no puede regateársele, es que, como muchos otros civiles de la tierra caliente, tuvo los arrestos para armarse y plantar cara a los Caballeros Templarios, cártel que, como se sabe, era amo y señor del estado, y en particular de esa zona. El gobierno simplemente dejó a su suerte a los habitantes de los municipios de la tierra caliente: los ayuntamientos y sus policías estaban (¿o están?) a la orden del crimen organizado; el gobierno del estado, si no sometido, sí incapaz de hacer frente, y el federal, desentendido de esa, y otras responsabilidades más con los michoacanos.
Así que a los comerciantes, agricultores, profesionistas, no les quedó de otra que enfrentar al crimen organizado por su cuenta. Muchos evadieron ese reto. Otros, como Mireles, lo encararon a costa obviamente de poner en riesgo sus vidas y la de sus familiares. Ante la criminal evasión gubernamental, la ciudadanía se armó en autodefensas y Mireles siempre estuvo al frente.
Con las autodefensas pasó de todo, en parte mantuvieron su esencia de civiles bien intencionados, pero hubo otros grupos que protegieron delincuentes, tanto, que hoy están transformadas en cárteles auténticos del crimen organizado. Me quedó con las primeras, las conformadas por ciudadanos hastiados de estar sometidos a los narcos y de la indiferencia gubernamental, que hicieron lo que cualquiera con un mínimo de dignidad habría hecho: defenderse.
En ese entorno, Mireles jugó un papel protagónico. Y con esa faceta de él me quedo también. Descanse en paz.
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