Sin democracia, la libertad es una quimera:
Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano
Jesús Mora González, el dirigente morenista en la entidad, no tiene rubor en advertir que mete las manos al fuego por Adán Augusto López Hernández, el cuestionado líder de la 4T en el Senado, señalado por sus vínculos con Hernán Bermúdez, jefe de la Policía tabasqueña y simultáneamente cabeza de un cártel criminal.
¿Le consta a Mora que López Hernández no tiene responsabilidad en la actuación de su subalterno cuando desgobernó Tabasco? Por supuesto que no, pero el lance dibuja de cuerpo completo a Morena: negar la realidad aunque parezca ridículo hacerlo, y protegerse en sus tropelías unos a otros: hoy por mí, mañana…
En Morena se sigue un mantra: nunca aceptar un yerro o una corrupción, así sean evidentes. Negar, negar y negar, y no salirse del guión.
En Morena se cae en lo grotesco cuando de defender la corrupción se trata, la corrupción de los de casa, claro: acusar con o sin pruebas al opositor, el que sea y de lo que sea, pero exigirlas cuando los señalamientos sean en contra de los propios morenistas, máxime si de figuras encumbradas en el poder se trata.
La declaración de Mora es patética: dice meter las manos al fuego por el tabasqueño caído en desgracia, cuando lo más probable es que éste ni siquiera lo conozca. Pero se trata de ser zalamero, de ayudar a enviar la basura debajo de la alfombra, se sumarse a la red de protección para “el hermano” que está en problemas pero por sus propias corrupciones.
Habrá que reconocer la solidaridad entre morenistas, a grado de caer en el ridículo como meter las manos al fuego por un tipo como López Hernández.
Mora asegura que en su partido no se toleran hechos ilícitos, pero son estos justamente los que se tratan de sepultar en el baúl del olvido. Lo que hay que ver en los tiempos estelares de la tiranía morenista. X@jaimelopezmtz