La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano
Dwight Eisenhower (1890-1969) Presidente de Estados Unidos
Es previsible, casi podemos decir que un hecho, que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, le devuelva la candidatura a gobernador a Raúl Morón. Se prevé que este viernes el organismo sesione para ventilar ese y varios casos más en los que el Instituto Nacional Electoral retiró candidaturas por no informar gastos de precampaña.
El Trife no podrá acusar al INE de no cumplir con la ley. El INE hizo lo que tenía que hacer, pero el tribunal echará abajo la resolución bajo la argumentación de que el retiro de una candidatura es una sanción demasiado severa porque conculca el derecho constitucional a aspirar a un cargo de elección, y como la misma ley no es clara en cuanto a definir cuándo hay y cuándo no hay precampañas, procederá a regresar candidaturas. Doble contra sencillo.
Con o sin Morón como candidato, Morena es favorito para ganar la gubernatura. Más aun, la resolución del Trife será sin duda bien explotada por la campaña morenista, que claramente estará en la antesala de llegar al gobierno.
Empero, me parece que bien haría Morón en reflexionar si valió la pena omitir la presentación del informe financiero de precampaña al INE. Él, como todos en Morena, ha insistido siempre que no reconoce la figura de precampañas, y que por tanto no había ninguna obligación de informar nada al INE.
Aun si ese argumento fuera cierto –lo que es bastante relativo-, no hay duda de que Morón debió actuar con prudencia y apego escrupuloso a la ley, presentando dicho informe en tiempo y forma y hoy no estaría en vilo su candidatura. Haber cubierto ese requisito ante el INE, le hubiera servido para enviar una señal de ser un político previsor, que no corre riesgos, que es organizado y ordenado, y que se asegura de que no haya imponderables que le puedan generar un dolor de cabeza. Era de lo más sencillo haber evitado este desgaste.
Ahora, una vez que el Trife resuelva, hablaría bien de él aceptar un mea culpa y ofrecer que como gobernador será absolutamente escrupuloso con el cumplimiento de la ley, aunque ello le marque distancia con el presidente López Obrador, un violador sistemático de todo lo que huela a norma y ley. En síntesis, habrá que confiar que el episodio le sirva a Morón y nos comprometa un gobierno, si llega a él, apegado a la ley, no a las maniobras políticas para esquivar la misma. Veremos.
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