La democracia se basa en la convicción de que existen posibilidades extraordinarias en el pueblo medio
Harry E. Fosdick (1878-1969) Pastor evangélico
Es entendible la molestia de motociclistas ante el anuncio de que quienes circulen por las calles de Morelia deberán estar debidamente identificados. Ello, ante el creciente involucramiento de delincuentes que viajan en ese tipo de vehículos para cometer sus fechorías, desde asaltos hasta ejecuciones. Es entendible, sí, pero no justificado.
Primero, hace algunos meses, en el Cabildo moreliano se presentó una iniciativa para que se prohíba que circulen dos hombres en una motocicleta, dado que la mayor parte de los ilícitos se presentan con esa característica.
Luego, en el Congreso del Estado igualmente se tramita una iniciativa para que todo motociclista obligadamente porte en el casco y en un chaleco el número de la placa del vehículo. Ambas propuestas duermen el sueño de los justos. O dormían, porque el sábado anterior, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, anunció que Morelia sería de los primeros sitios en los que se implemente esa modalidad, de cascos y chalecos de motociclistas rotulados.
El gobernador Ramírez Bedolla prepara una iniciativa para reforzar la que ya se presentó hace unos meses en el Congreso del Estado. Sería deseable que incluya la demanda de que esté prohibido que dos hombres viajen juntos en esos vehículos.
Ya la semana pasada se presentaron las primeras inconformidades de grupos organizados de motociclistas, que consideran una violación a los derechos humanos y un exceso que se les obligue a dichos requerimientos, al estimar que se les estigmatiza y que pagan justos por pecadores.
Es probable que parcialmente les asista la razón, pero lo que no admite sombra de duda es que son medidas absolutamente necesarias, ante una realidad: la facilidad para adquirir una motocicleta, igual que para robarla, lo útil que es para circular con rapidez en las congestionadas calles y avenidas morelianas y obviamente para fugarse cuando es necesario, han convertido ese vehículo en el preferido para delinquir.
Ante el dilema de cuál derecho debe prevalecer cuando uno se encima en otro, es claro que la prioridad la tiene el más relevante. Es el caso: el derecho a no estigmatizar se relega ante el más importante de combatir la criminalidad y por ende de preservar el derecho a la vida de los ciudadanos. Los motociclistas deben entender que su derecho es menos importante al del resto de los morelianos de asegurarnos un combate más efectivo contra la criminalidad. En el último de los casos, para aquellos no será más que una molestia adicional el tener que rotular en cascos y chalecos el número de su placa, y obviamente portar ambos objetos al circular, pero para el resto de la sociedad puede ser una gran herramienta con la que cuente la Policía para ubicar a los delincuentes en moto.
Ni hablar, sí pagarán justos por pecadores, pero hoy es complemente imprescindible aplicar la medida. Es de esperarse que ni el gobernador ni el alcalde Alfonso Martínez cedan en ese programa. Es urgente su aplicación. Twitter @jaimelopezmtz