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viernes, agosto 1, 2025

MUERTES QUE OBLIGARÍAN A REDEFINIR VACUNACIÓN

Cuando no se elige al más animal de todos, parece que no es realmente democracia

Albert Guinon (1863-1923) Dramaturgo francés

 

jaimelopezLa muerte por covid de un médico y una enfermera que laboraban en el hospital del ISSSTE de Cuernavaca, pese a estar vacunados en primera dosis contra el virus, obliga a replantear el discurso oficial de que no hay mayor riesgo si la segunda dosis no se aplica en el lapso programado científicamente. 

Ambos recibieron la primera dosis de la vacuna Pfizer a mediados de enero. De acuerdo con los protocolos de la propia farmacéutica, la segunda aplicación debió darse en un lapso no mayor a tres semanas. El gobierno, e incluso algunos especialistas, han afirmado que no hay riesgo si el tiempo entre ambas dosis se extiende incluso hasta cuarenta días, el doble de lo recomendado por Pfizer.

Pero esa laxitud siempre ha parecido más un pretexto para justificar la suspensión de llegada de más vacunas, luego de los primeros envíos de enero, en parte, cierto, por causas atribuibles a la empresa, pero que también es consecuencia de la lentitud, la apatía y la irresponsabilidad del gobierno, que acudió mucho más tarde a apartar sus cargamentos que la mayor parte de los países. 

Ahora, la muerte del médico y la enfermera, trabajadores ambos del ISSSTE en Cuernavaca, echa por tierra ese argumento. Sus compañeros del hospital denuncian que el protocolo establecía que deberían recibir su segunda dosis en la primera semana de febrero. Llegó el día 16 del mes y esa vacuna de refuerzo sigue brillando por su ausencia. Ambos murieron en las horas recientes.

Habrá que recordar que sí llegaron más vacunas a fines de enero, pero el presidente López Obrador decidió, en una medida descabellada, que se fueran para vacunar a ¡maestros! de Campeche. Y luego, ya sabemos, los siguientes cargamentos que han llegado esta semana, en lugar de destinarlos a los médicos que esperan su dosis de refuerzo, López Obrador, en otra decisión irracional, ordenó vacunar a adultos mayores. Lo sensato era asegurar las dos dosis a todo el personal médico y luego pasar con los adultos mayores, pero el presidente ha diseñado una estrategia -de alguna manera hay que llamarle- que consiste en ir parchando segmentos, sin completar ninguno, dejando todo a medias. 

Hasta ahora, supusimos que hacerlo así no implicaría una consecuencia mayúscula, porque había flexibilidad en los tiempos de aplicación entre las dos dosis. Hoy, la muerte del médico y la enfermera morelenses obligaría a un gobierno sensible, responsable y que basa sus decisiones en la ciencia, no en el «ai se va», ni en cálculos electorales, a redefinir las medidas. Pero el de López Obrador no reúne ninguna de esas características. Por eso, ni esos fallecimientos, que en buena medida habría que cargarlos a la cuenta presidencial, harán que vire la “estrategia” de vacunación, porque fue diseñada por el presidente, no por expertos, y ya sabemos que él no se equivoca. Trágico.

twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com

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