La corrupción es el resultado de la discreción cuando hay espacio para la interpretación de las leyes
Piyush Goyal (1964-?) Político hindú
El gobierno del estado no puede olvidar que en materia de transporte urbano tiene la rectoría y, por ende, debe asumir ese rol sin miramientos, a propósito de la elevación del tono de los amagos que las uniones de concesionarios vienen realizando en estos días.
La Comisión Reguladora del Transporte, en voz de su líder, José Trinidad Martínez Pasalagua, lanzó este martes un par de advertencias que son temerarias y que evidencian que están desvirtuados los roles sociales: primero, avisa sin tapujos ni rubor alguno que los taxistas confrontarán a los conductores de plataformas digitales, sobre todo Úber, si insisten en operar en Morelia. Y luego, le mandan decir al gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla que rechazan la operación del Metrobús también en esta capital.
Esas advertencias están absolutamente fuera de lugar. Los transportistas no tienen ningún tipo de autoridad para decidir si aceptan o no el Metrobús, y tampoco para impedir el funcionamiento de Úber. Esas son tareas del gobierno, pero claramente están entrando en un escenario de desquiciamiento, confiados en que, como siempre ha sucedido, lograrán maniatar al gobierno en turno. Es de esperarse que Ramírez Bedolla no se arredre y asuma a cabalidad su papel de rector del transporte.
Ya lo habíamos anticipado en la entrega anterior: Úber puede y debe operar porque la Corte ha emitido fallos a su favor. En todo caso es el usuario el que debe tener la libertad de decidir qué tipo de servicio prefiere. Y el gobierno está obligado a garantizar que se cumpla dicho ordenamiento judicial, así como a evitar todo acto de violencia de los transportistas en contra de los conductores o de los pasajeros de las plataformas por internet.
Y por lo que hace al Metrobús, ¿por qué tendría el gobierno que pedir opinión a los transportistas, y mucho menos su “autorización” para ponerlo en operación? Es de locura pensarlo así. El gobierno simplemente debe tomar medidas en beneficio de la colectividad, sin necesidad de consultarlo con nadie. Y el Metrobús desde luego que sería un parteaguas en Morelia, de enorme beneficio para miles de personas. El asunto es que a los líderes del transporte parece solo importarles su propio interés, no el de la sociedad.
Ramírez Bedolla no puede dejarse intimidad ni chantajear por los transportistas. Mal haría si no cumple la orden de la Corte de que Úber puede operar libremente y si no ejecuta su plan de que opere el Metrobús en Morelia. Es sano y necesario poner un freno a la impunidad con la que históricamente se ha conducido el sector.
Y a la pesadilla, ya solo le faltan 615 días. twitter@jaimelopezmtz>