La democracia es el peor de los regímenes, excluidos todos los demás
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
La Organización Mundial de la Salud ha recomendado ya vacunar a los niños mayores de cinco años de edad. Específicamente, la sugerencia es emplear la vacuna que produce Pfizer, y hacerlo con diez microgramos, en lugar de los treinta que se aplican a los mayores de edad.
La gran interrogante en el caso de México, es si el gobierno de la 4T acatará la recomendación de la OMS. Hasta ahora, ya sabemos, el presidente López Obrador se ha escudado en que el organismo no sugería la vacunación a los niños, para dejar a éstos fuera del esquema de inmunización. Hoy, el presidente no tiene más ese pretexto.
No es fácil entender por qué López Obrador ha sido reticente a incorporar a los niños a la inmunización, pese a que desde hace algunos meses la OMS ya había advertido que la vacuna de Pfizer no era riesgosa para los menores, si bien no la recomendaba oficialmente. Pero ahora lo ha hecho.
El presidente se ha negado sistemáticamente a incorporar a los menores a la vacunación. Hay quienes sugieren que es porque los niños no votan, por tanto es un “desperdicio” gastar en ellos, en función de la lógica electorera del tabasqueño. Otra hipótesis es que éste quiere gastar la menor cantidad de dinero que sea posible en vacunas –y en la salud en general-, para asegurarse que sus obras faraónicas, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, no se frenen por falta de dinero. Una tercera posibilidad es que simplemente es una manifestación de su eterna oposición a la ciencia. En realidad, lo más probable es que sea la suma de todas esas posibilidades, dado que entre sí no riñen.
¿Qué argumentará ahora López Obrador, si es que se mantiene en su criminal postura de dejar fuera a los niños en la campaña de vacunación? ¿Será capaz de aceptar una recomendación de la OMS, es decir, de la ciencia?
En cualquier otro gobernante lo lógico sería esperar que así sucediera. Pero con el presidente mexicano la lógica no existe, el sentido común es un término fuera de su diccionario, la responsabilidad no se le da, y la sensibilidad de plano le vuelve la espalda. Veremos.
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