El cómplice del crimen de la corrupción es generalmente nuestra propia indiferencia:
Bess Myerson (1924-2014) Política estadounidense
Es el mantra preferido de la 4T, porque es el que enraizó el amado líder. No somos iguales, decía él, López Obrador, y sigue diciendo ahora Claudia Sheinbaum. Y de ahí para abajo, en cuanto acto de deshonestidad son descubiertos, los empoderados de la 4T sacan el librito, el manual de rómpase en caso de emergencia, y con esa frase suponen que salen del embrollo.
Pero hay que admitir que tienen razón: efectivamente, no son iguales…son mucho peores.
Y es que, perdón, pero la maldita realidad conduce inexorablemente a advertir que la 4T rebasó, por la derecha y en curva, a PRI, PAN y cuanto partido ha pasado por el poder.
Actos de corrupción vinculados al manejo de dinero público, caracterizaron al viejo régimen, sí, pero sus integrantes parecían al menos tratar de disimular y hacerlo a la sombra de la noche. Hoy, la 4T no tiene rubor en corromperse a la luz del día. La Casa Blanca y la Estafa Maestra parecen cosa de párvulos frente a Segalmex, la Casa Gris y Vector, por citar unos cuantos casos.
Y de corrupción política, ni hablar. El PRI embarazaba urnas y se robaba boletas electorales, pero en operaciones encubiertas, tratando de cubrir rastros. No lo lograba, pero el intento hacía; hoy, las elecciones se ganan con acordeones en la mano del ciudadano, diseñados impúdicamente por el gobierno y su partido. El PRI controlaba resultados electorales con bultos de cemento y tinacos de asbesto, hoy la 4T lo hace con pensiones y becas. El PRI amedrentaba a los órganos electorales, Morena de plano los colonizó y ahora los extinguirá para formar los suyos propios.
Los priístas se iban a Europa de vacaciones, pero procuraban pasar inadvertidos. Los morenistas pagan por salir en redes sociales. Los presidentes salientes se auto exiliaban y se volvían estatuas de sal; López Obrador sigue girando instrucciones como si nada.
Los priístas entraban en connivencia con los narcos; los morenistas de plano encabezan cárteles al tiempo que son jefes policiacos. Los presidentes priístas solían mandar a uno de los suyos al cadalso, como para taparle el ojo al macho y legitimarse en el poder. La 4T le da cobijo lo mismo a violadores que a narcos. Mientras no se quiten la camiseta, la impunidad está garantizada.
En efecto, no son iguales. X@jaimelopezmtz