Lo decisivo para actuar en política, es la pasión moral
Theodor Heuss (1884-1963) Político alemán
Sí, es una escena cotidiana en Morelia, en todo el estado, y por tanto estamos acostumbrados a ella. Pero a lo que no podemos es a estar resignados.
Los delincuentes que están matriculados -porque no necesariamente son estudiantes- en las escuelas Normales, saben que gozan de total impunidad para robar, para secuestrar, para extorsionar.
La de este lunes, otra vez, representa una escena de vergüenza para la ciudad, para el estado: normalistas saqueando camiones distribuidores de productos consumibles, ante la vista de todo mundo, comenzando por la Policía, que no actúa porque no recibe órdenes superiores, como si no fuera suficiente que la ley obliga a todo oficial policiaco a impedir hechos delictivos y a detener a delincuentes sorprendidos en flagrancia, sin requerimiento previo de una “orden superior”.
Y después, sólo con recuperar los vehículos y que los normalistas hagan el favor de devolverlos, ya se cuenta como un éxito de negociación. Es deplorable vivir en una sociedad así.
El gobierno, en cualquiera de sus niveles, está obligado a garantizar el estado de derecho, pero con la impunidad tolerada es quien realmente propicia los hechos delictivos, en este caso de los normalistas.
En el fondo, el problema es la existencia misma de las escuelas Normales, y hoy es más obligado y vigente que nunca cuestionar su funcionamiento. Ante la sobrepoblación de personal en el sector educativo michoacano, ¿qué justificación tiene que sigan operando esas escuelas y, por tanto, que sigan egresando cientos y cientos de jóvenes ideologizados en la cultura del caos y la anarquía, del terrorismo y la delincuencia?
La Secretaría de Educación en el Estado tiene estudios que confirman que si durante una década no funcionaran todas las Normales de la entidad, no pasaría absolutamente nada en términos de atención en aulas, primero porque la actual plantilla del personal incluye miles de “maestros” que hacen tareas administrativas, que sólo habría que reasignar y, segundo, porque el crecimiento poblacional es cada vez menor, es decir, cada vez menor la demanda de maestros.
Así, mantener las siete Normales abiertas es sólo por decisión política, porque el gobierno federal, que les rige, nunca ha tenido el valor para tomar una decisión obligada: cerrarlas. Y hoy, menos que nunca.
La anunciada federalización de los servicios educativos generará importantes dividendos para la entidad, sin duda, pero no incidirá en absoluto en reducir la delincuencia protagonizada por los normalistas, porque ésta es producto de la impunidad gubernamental, y por tanto no se corrige con decisiones administrativas, sino políticas.
Hagámonos a la idea: mientras haya Normales operando en Michoacán, el robo, el secuestro y la extorsión “institucionales” seguirán. Punto.