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martes, mayo 20, 2025

NOROÑA: LA TIRANÍA ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA 

Quien abusa de su poder, olvida que lo tiene por un tiempo, pero los enemigos generados por el abuso, los conservará toda la vida: 

Eduardo Alighieri. Escritor

 

Es vergonzoso pero al mismo tiempo ilustra lo que tenemos a la vuelta de la esquina:

Un abogado de profesión, de nombre Carlos Velázquez de León, increpó a mediados del año pasado al presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, en el aeropuerto capitalino. Le reclama su actividad política. Jamás le agrede físicamente. Le echa en cara con dureza su proceder como legislador, sí. Hasta ahí. Probablemente se extralimitó porque no era el lugar más adecuado, aunque habría que preguntarse para un ciudadano de a pie, cuál es el mejor momento para hacerle ver a una personalidad del poder público, su rechazo hacia su trabajo.

Noroña no tiene un ápice de madurez ni tablas políticas. Es un pendenciero engrandecido por el poder. Y su reacción fue acorde a ello: con todo el respaldo de su posición, demandó penalmente al abogado. Abusó de su posición para presionar al Ministerio Público y al juez, hasta obligarles a exigirle a su “agresor” una disculpa pública. Cuando el demandado vio lo que se le venía encima, aceptó, y Noroña le exigió que la disculpa fuera en el Senado, frente a legisladores, prensa y en plena transmisión en vivo del canal legislativo y de sus redes sociales. Una canallada de Noroña, que sólo lo pinta de cuerpo entero.

Pero no solo a él. Lo verdaderamente delicado es que el episodio es solo un anticipo de lo por venir. Si con un juez supuestamente independiente ya vemos la ruindad que logró, imaginemos lo que se viene con los nuevos juzgadores cuatroteístas. Cualquiera que ose reclamarle algo a un encumbrado en el poder público podrá ser objeto de cárcel (ese era el destino del abogado Velázquez de León si no se disculpa públicamente). Ya ni hablar de señalamientos en redes o medios de comunicación. Y eso también que aún no entra en vigor la ley mordaza.

El caso Noroña obliga a poner las barbas a remojar no a periodistas, o no solo a ellos, sino a todo ciudadano que manifieste un reclamo a un personaje con poder público. Es la tiranía en pleno. X@jaimelopezmtz

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