La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre las faltas de los demócratas
Albert Camus (1913-1960) Escritor francés
De un intento inicial de tres gobernadores –Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila-, y la suma casi inmediata de otros dos –Michoacán y Durango-, ahora parece un hecho que esa “rebeldía” de mandatarios estatales por ajustar el pacto federal a condiciones de mayor justicia y equilibrio, o de plano por diseñar uno nuevo, que parta de cero, lo que sin duda marcaría un parte aguas en la historia de México, puede desbordarse al ser la mayoría de ellos los que valoran ya sumarse a dicha causa.
Y la rebeldía de gobernadores se da justo en el momento cúspide de la pandemia del Covid 19, porque precisamente en ella es donde han aflorado con mayor nitidez las evidentes injusticias del llamado pacto federal, particularmente en su rubro fiscal y financiero, que de manera medular contempla, para explicarlo llanamente, que los estados produzcan riqueza y prácticamente entreguen el total de los impuestos generados en sus regiones al gobierno central, el cual tiene un manejo casi discrecional de los mismos y les reintegra apenas unos cuantos centavos de cada peso que recibe.
Y si bien el fenómeno se agudiza en los estados que mayor riqueza generan, porque obviamente participan a esa bolsa con aportaciones más significativas, en realidad aún los más pobres también se ven afectados por los actuales criterios de redistribución de la riqueza por parte del “centro”.
Y es que el gobierno federal retiene para sí la mayor parte de recursos fiscales para su propio mantenimiento, primero, y para la ejecución de sus propios programas de obra y servicio, segundo, sin que necesariamente sean éstos los que la población de los estados y municipios demanda o requiere. Por eso, a los gobernadores y con mayor razón a los alcaldes, llegan literalmente migajas de ese pomposo “pacto federal”.
No es desde luego un fenómeno que haya aparecido con la 4T y López Obrador, pero sí que se ha profundizado sobre todo en esta pandemia sanitaria, de ahí que sea entendible y justificada la exigencia de gobernadores y alcaldes de rediseñar el citado modelo fiscal, o de plano cancelarlo y configurar uno nuevo. El amago de no pocos gobernadores, sobre todo del norte, si hay oídos sordos, es radical: proponer un “northexit”, pero al paso de propagación que vamos, bien puede ser que no quede sólo entre norteños, sino que se amplíe a buena parte del país, acaso sólo con excepción de los gobernados por morenistas, que si bien en el fondo están de acuerdo en la demanda de sus colegas, es difícil suponer que les secundarían por el terror que le tienen a López Obrador.
Pero no es para nada descabellado alertar desde ahora mismo del riesgo de que el autoritarismo, la concentración de poder no sólo político sino económico y el talante dictatorial que está tomando el gobierno lopez obradorista, derive en una auténtica asonada de gobernadores, más que justificada, habrá que decirlo desde ya. Si no, al tiempo.
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