Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje
Aldous Huxley (1894-1963) Novelista inglés
En cualquier otra circunstancia, en realidad no habría ninguna necesidad de crear un Observatorio Estatal de Medios de Comunicación en Materia de Perspectiva de Género y Derechos Humanos, si tomamos en cuenta que su función es vigilar, sin carácter censor, el manejo informativo vinculado a la perspectiva de respeto a las mujeres, los niños y los grupos vulnerables.
Vaya, sin caer en posiciones puritanas, pero debiera ser parte de los esquemas de auto regulación y del código ético de los medios de comunicación, el cuidado de lenguajes sexistas, de denigración hacia esos sectores poblacionales –en particular el femenino.
Sin embargo, resulta que la realidad dicta otra cosa y, para ser franco, sí resulta necesario un mecanismo de ese tipo, dada la facilidad con que no pocos medios –sin que tampoco sea una generalidad- caen en ese tipo de manejos denostativos y de peligro y riesgo de la condición de mujer y de los niños.
Este martes, Silvano Aureoles tomó la protesta al Concejo Consultivo del Observatorio, lo que coloca a la entidad como la primera en echar a andar un mecanismo de participación ciudadana con el fin de darle seguimiento al manejo de los medios de comunicación en ese sentido.
Me parece de lo más acertado que dos comunicadoras de prestigio, como Maribel Ortega y Martha Elba Torres, encabecen ese concejo. Ello es una garantía de seriedad del esquema, da la certeza de que trabajará con imparcialidad, sin caer en ningún tipo de extremos, que siempre son nefastos y peligrosos.
Por supuesto, el concejo emitirá recomendaciones, no más allá, lo que es sano. A fin de cuentas, la forma en que los medios manejen informaciones que involucren a mujeres y niños, sobre todo en temas de derechos humanos y de violencia e inseguridad, es y seguirá siendo responsabilidad de cada uno, y el mejor censor siempre lo será la opinión pública.
De ahí que el concejo deberá tener la objetividad e imparcialidad para evaluar el manejo informativo, sin caer ni en laxitud ni en una “sancionitis” a diestra y siniestra, porque cualquiera de los dos escenarios resultaría altamente perjudicial y daría al traste el programa.
Debe reconocerse igual el empuje que ha dado al programa Julieta López, la vocera silvanista, que prefirió actuar tras bambalinas.
Hoy, con los niveles de violencia que no pueden entenderse sin el apologético manejo informativo en muchos casos, es preciso recurrir a las sanciones morales, y los medios no estamos exentos de esa evaluación. Veremos cómo opera.