Soberano es aquel que decide sobre el estado de emergencia
Carl Schmit (1888-1985) Político alemán
No es fácil la disyuntiva de los gobiernos federal y estatal: siguen en la cacería de viagras, el grupo delincuencial que hoy tiene arrodillada a la sociedad en la tierra caliente y la zona del bajío, con el riesgo de que ello genere reacciones de violencia y de terrorismo como los que se han vivido los dos últimos días en buena parte de la entidad, o hacer una pausa, una especie de tregua fáctica, sobre todo pensando en reducir riesgos de actos violentos en el proceso electoral que está por iniciar.
Es un hecho que ante cualquier detención de líderes de dicho cártel, se vendrán acciones de respuesta como la quema de vehículos, el bloqueo de carreteras, el estallamiento de bombas molotov en negocios y la destrucción de autos en agencias, y con ellas el terror entre la población.
Luego entonces, si eso es un hecho, la pregunta es obligada: ¿debe el gobierno seguir con esos operativos en tierra caliente o suspenderlos para reducir los riesgos de respuestas violentas por parte de los criminales? Más aún, la disyuntiva cobra particular relevancia, si se considera que inician las elecciones y no es para nada descabellado suponer que en un momento dado la violencia del cártel fuese enfocada hacia candidatos en campaña o hacia ciudadanos mismos el día de las elecciones.
Es, en efecto, difícil la toma de decisiones en ese sentido, pero con todo y que es fundado el riesgo, y que seguro puede incluso quedarse corto, me parece que el gobierno no puede recular. En todo caso, debe acentuar sus acciones para prevenir en la medida que sea posible las reacciones del cártel ante detenciones o bajas que le provoque. Me quedo en ese sentido con la postura de Adrián López Solís, hasta este viernes secretario de Gobierno: no podemos dejar de combatir a la criminalidad, sólo porque sepamos que ésta reaccionará violentamente ante cualquier revés que sufra por parte del gobierno.
Es deseable, pues, que la proximidad de las elecciones no haga modificar la estrategia gubernamental en ese sentido, que no por reducir el riesgo de que el proceso electoral sea “manchado” por acciones violentas, se deje en la impunidad a ese y a cualquier otro cártel. De por sí domina buena parte del estado, como para todavía entregarles abiertamente la plaza, solo por conveniencia de imagen. Veremos.