La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa
Marco Aurelio Almazán (1922-1991) Escritor mexicano
El plan de once puntos presentados este miércoles por el presidente López Obrador, es más un manual de propaganda política e ideológica que un programa efectivo de medidas contra la crisis económica que derivará de la pandemia sanitaria.
Pero, para ser sinceros, tampoco es que haya decepcionado: ya nadie a estas alturas espera algo que realmente beneficie al empleo y a las familias mexicanas de parte del presidente. Aunque siempre se alienta la esperanza de que un rayo de luz le ilumine de última hora que lo haga volver a la realidad antes de hacer anuncios “importantes”. Nada, otra vez, nada digno de considerarse algo cercano a un plan anti crisis.
Las medidas que serían efectivas, siguieron fuera de su discurso: ni por asomo algo parecido a un auxilio de tipo fiscal. Sin él, todo lo demás es secundario. Mantiene sus demenciales caprichos vigentes: Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía, así como los populistas programas sociales.
Ni un peso adicional al sector salud, aunque lo mencione como “prioritario”. Recortes de salario a servidores de primer nivel del gobierno, además de que les escamoteará ilegalmente su aguinaldo, medida que se vende bien mercadológicamente, pero que no pasa de mera demagogia, porque no impacta siquiera mínimamente en términos financieros. Cierre de subsecretarías, pero su personal no quedará fuera. Seguirán cerradas buena parte de las oficinas gubernamentales.
Y la joya de la corona: se crearán dos millones de empleos. Obvio, no dice ni en dónde ni cómo. Ni en épocas de bonanza se han creado en el país ese número de empleos; hoy resulta una tomadura de pelo.
Fue una auténtica pérdida de tiempo la mañanera del miércoles. En síntesis, podría confirmarse que el programa contra la crisis económica es al estilo López Obrador: demagogia pura. Patético.
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