Para un candidato es peligroso decir cosas que la gente podría recordar
Eugene Joseph (1935-2022) Investigador norteamericano
Si la pandemia del Covid-19 le cayó como anillo al dedo, al presiente López Obrador le viene de maravilla la controversia iniciada por Estados Unidos y Canadá por el incumplimiento mexicano a partes básicas del tratado de libre comercio entre los tres países, específicamente en los sectores energéticos.
Es claro que dicho incumplimiento tiene razones ideológicas, por la obtusa visión setentera de López Obrador, y no es resultado de una estrategia suya para sacarle raja. Empero, es lo bastante astuto como para dejar pasar la inmejorable oportunidad de asirse a ella de cara al 2024.
Estados Unidos y Canadá, sin proponérselo, claro, le dieron a López Obrador el tema que estaba buscando para consolidar su posición de «líder patriota». Con ambos países, prototipo del capitalismo e imperialismo voraz, encima del nuestro en tribunales internacionales, y con el petrolero y la energía eléctrica como parte medular, el presidente tiene todo para erigirse en el nuevo Cárdenas, el que se abraza de la bandera y sale a luchar contra los poderosos imperialistas que intentan despojarnos de nuestros bienes.
López Obrador sigue al pie de la letra el manual de los dictadores populistas de Latinoamérica: como hacía Fidel Castro y sigue haciendo Nicolás Maduro, ante cada crisis es infalible inventarse una «embestida» de cualquier tipo, incluyendo el riesgo de una invasión, de parte del ogro norteamericano, llamar a la unidad nacional, con todo y oposición, para defender a la patria. Obvio, quien no se preste al juego es acusado de traidor.
La querella económica de EU y Canadá es el pretexto perfecto para López Obrador, porque entendió rápido que si extiende el tema hasta el 24, tendrá una estrategia electoral que ni mandada a hacer: su ignorante masa de seguidores tendrá carne para mantenerse alienada, y habrá motivo para machacar como traidores a la oposición y a todo el que no apoye al presidente en su cruzada patriótica contra el imperialismo yanqui.
Como en la pandemia, el presidente está feliz, feliz de que Estados Unidos y Canadá nos demanden por incumplir un tratado que, no puede olvidarse, él signó en su momento, porque, otra vez, un escenario circunstancial le cae como anillo al dedo.
Es el nuestro, sin duda, un presidente con suerte.