El precio de desentenderse de la política, es el ser gobernado por los peores hombres
Platón (427-347 a.C.) Filósofo griego
El terrorismo y ataques a población civil que desataron los diferentes cárteles del crimen organizado el fin de semana anterior en diversos estados del país, incluido el nuestro, es motivo, para no variar, de polarización y choque frontal entre la 4T y la anti 4T.
El presidente López Obrador y sus huestes políticas, periodísticas y de redes sociales, se apresuran a advertir que los ataques a tiendas, gasolineras, automóviles y a ciudadanos en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Baja California, Michoacán, y varios lugares más, es parte de una acción orquestada por los cárteles y la oposición para desestabilizar su gobierno, para minarle a él, al presidente, en imagen y fortaleza.
En tanto, los anti 4T alertan que dichos ataques son orquestados pero por el gobierno en colusión con el crimen organizado, para crear un clima de zozobra que justifique la decisión presidencial de militarizar la seguridad pública.
Es decir, en algo hay concordancia: fueron acciones orquestadas. Difieren las posiciones en si esa orquesta es liderada por el gobierno o por la oposición, aunque en ambos casos se asegura que el crimen organizado participa protagónicamente.
Al momento, es imposible definir cuál hipótesis es más viable, aunque igualmente cabe la posibilidad de que ninguna sea real, y simplemente esos actos de terrorismo sean producto de acciones aisladas, no coordinadas, entre los diferentes cárteles regionales, con sus propias motivaciones.
A fin de cuentas, lo único que parece irrebatible es que la criminal estrategia lopezobradorista de los abrazos y no balazos, no solo no ha dado resultados para abatir los demenciales índices de la criminalidad, sino que ésta se ha acentuado y está en niveles cada vez más fuera de control. Lejos de reducir la presencial criminal, los cárteles avanzan hacia el sometimiento completo del país, poder público y ciudadanía por completo. Pero para López Obrador todo es producto de una “exageración” de los medios. La destrucción de Oxxos, de farmacias, de gasolineras, la muerte de civiles inocentes, todo es una exageración mediática, como diría la señorita que no sabe leer: es verdad, pero se exagera.
Sea cual sea, pues, el origen de esos ataques, lo cierto es que sí hay un hilo conductor: López Obrador tiene al país incendiado, literalmente incendiado, pero él, como Nerón, sigue tocando la lira. Y a la pesadilla todavía le quedan 777 días.
twitter@jaimelopezmtz