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miércoles, julio 2, 2025

PANDEMIA EN MÉXICO: LA TORMENTA PERFECTA

La forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia, es la democracia liberal

José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo español

 

jaimelopezEste lunes se cumplen dos años de que fue confirmado el primer mexicano contagiado con el virus Covid-19. A la vuelta de este tiempo, con 317 mil muertes contabilizadas por la Secretaría de Salud a cuestas, pero que en realidad superan, de acuerdo con cifras del Inegi, las 700 mil, es obligado un cuestionamiento para el que jamás habrá respuesta, pero que quedará ahí, latente, en el aire, acompañando la historia de este país: ¿cuántas de esas muertes pudieron evitarse con un mejor manejo de la pandemia por parte del gobierno?

Es claro que en una pandemia obligadamente morirán miles o incluso millones, independientemente de las medidas que adopte cada país, pero también lo es que las pérdidas de vidas se acentúan cuando hay un manejo deficiente por los gobiernos. Sin duda, es nuestro caso.

No puede olvidarse la cínica y criminal posición del presidente López Obrador, que desde un inicio llamó a seguir saliendo, a seguir conviviendo, a seguir abrazándonos, y a usar las estampitas milagrosas como coraza, no las disposiciones que la ciencia y hasta el sentido común imponían. ¿Cuántos de sus seguidores murieron por hacer caso al presidente? Nunca lo sabremos, pero muchos, muchísimos.

Luego, imposible soslayar la no menos criminal pose del doctor muerte, Hugo López Gatell, que en aras de no contradecir las supercherías de su jefe el presidente, llegó a decir que éste no se contagiaría porque tenía como inmunidad su fuerza moral, y que el cubre bocas no era un método seguro de protección, sino que más bien daba una falsa sensación de seguridad. ¿Cuántos ignorantes encontraron la muerte por atender las “indicaciones” del doctor muerte? Claramente, miles.

El gobierno jamás le dio la prioridad a la pandemia, ante todo por una posición ideológica. Nunca hubo la suficiencia de recursos para asegurar infraestructura hospitalaria que atendiera la emergencia, ni en camas ni en personal médico ni en aditamentos y equipo. ¿Cuántos murieron por no ser atendidos en un hospital? Miles, naturalmente, muchísimos de ellos documentados en medios y redes sociales.

México ocupa el primer lugar en número de muertes de médicos y enfermeras, dado que a éstos no se les dio tampoco la prioridad que sí tuvieron en otras naciones, con equipo de protección, suficiencia de personal para que pudieran rolarse y descansar, y tratamiento oportuno cuando enfermaban. ¿Cuántos de ellos murieron por esa política de estado? Igual, miles.

Y luego, ya con la vacuna, siguieron muriendo muchos, dado que tampoco se manejó el proceso de aplicación de forma profesional: primero, se organizó con un criminal cálculo electoral y luego se puso en manos no del equipo médico que el sector salud ya tiene perfectamente diseñado y con enorme experiencia, sino en las de las brigadas “correcaminos”, formadas por jóvenes contratados por el gobierno para asegurarse que cada vacuna correspondiera a un voto en favor del partido del presidente. ¿Cuántas vidas pudieron salvarse con un programa de vacunación profesional, científico, no electorero? De nuevo, miles.

¿Cuántos en total? Jamás lo sabremos, pero cualquiera con un mínimo de inteligencia podrá advertir que, si nos miramos frente a otros países que sí encararon la pandemia con la ciencia por delante, evidentemente han sido decenas de miles. Decenas de miles de mexicanos que ya no están entre nosotros y que aquí debieran seguir si no hubiéramos tenido la desgracia de enfrentar la peor pandemia de nuestras generaciones con el peor gobierno de nuestra historia. Para México ha sido, sin duda, la tormenta perfecta…y contando. Twitter @jaimelopezmtz

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