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sábado, agosto 2, 2025

¿PAX NARCA?

La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principios sobre los cuales fue fundado

Montesquieu (1689-1755) Filósofo francés

 

jaimelopez¿Qué le pasa al presidente López Obrador?, ¿habla sin pensar antes o lo que suelta le sale del fondo y refleja por ende su visión del mundo?

Este miércoles, en su mañanera, afirmó que los estados donde menos homicidios se registran, son aquellos en los que hay un cártel criminal hegemónico. Y para ello puso los ejemplos de Sinaloa y Durango, donde nadie le disputa el dominio al Cártel de Sinaloa y, según el presidente, en ellos hay una baja incidencia de asesinatos. En el lado opuesto, habló de Michoacán, donde hay, dijo, varios cárteles que luchan entre sí por el control, y ello genera que el estado sea de los que encabezan la estadística de homicidios dolosos.

No son necesariamente ciertos los datos de López Obrador: sí, Sinaloa y Durango no son de los que presentan el referido delito de manera más acentuada, y también es cierto que ahí hay un cártel dominante. Su alusión a Michoacán también es en general cierta, en cuanto a la disputa de varios cárteles y también en el sentido de las elevadísimas tasas de ejecuciones. Pero por ejemplo, Guanajuato es el estado número uno en esa lista negra, y ahí opera un cártel dominante, lo que rompe la lógica lopez obradorista.

Pero aún si ésta fuera absolutamente cierta, no es concebible que el presidente formule tal planteamiento, porque lo que puede descifrarse de su dicho es que cada estado debiera tener un cártel hegemónico, que nadie le dispute el control, por tanto no tenga que confrontarse con ningún adversario y así no se registren tasas de homicidios tan elevadas como las que hoy tenemos en todo el país.

¿El presidente le está enviando la señal velada a los gobernadores, de que hay que propiciar que en sus estados solo opere un cártel? Quisiera creer que su lengua incontrolable le lleva a decir cosas que no piensa, pero a la luz de su comportamiento más que amigable con el crimen organizado y de la vigencia inalterable de su política de abrazos y no balazos, me parece que lo de este miércoles simplemente evidencia la lógica presidencial: connivencia con los delincuentes, y si de pilón ayudan a ganar elecciones, qué mejor.

Aunque lo piense, no puede un presidente decantarse por la “paz” del narco, esa que reduce violencia y homicidios, sí, pero porque el crimen controla todo y mantiene arrodillados al gobierno y a la sociedad. Eso significa que el Estado ha dejado de tener razón de ser, que su lugar de plano es ocupado por la criminalidad. Es claro que en México eso es ya es un hecho, pero aun así el presidente no puede aludir a la claudicación gubernamental. Al menos de dientes para afuera debiera adoptar la posición opuesta, la de la dignidad, la del decoro. Solo que hace mucho que López Obrador perdió ambos, dignidad y decoro. ¿Optemos pues por la pax narca?

twitter@jaimelopezmtz

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