Algunas cosas necesitan tiempo; nueve mamás no hacen un bebé en un mes
Warren Buffet (1930-?) Empresario Norteamericano
Lo que está sucediendo en Penjamillo es reflejo de lo que se vive en al menos la mitad de los municipios michoacanos, es la evidencia de un estado fallido, donde no hay autoridad que pueda con los criminales y éstos deciden quién sí y quién no puede ser alcalde. No es el voto ciudadano, es el voto del líder del cártel que domine determinada región.
Gilberto Mejía Salgado ganó la elección de presidente municipal, bajo la bandera del Partido Encuentro Solidario, pero apenas la semana siguiente a la elección, dos de los integrantes de su equipo de trabajo fueron ejecutados. Y luego, el martes de esta semana, el propio Mejía fue secuestrado por un comando armado a plena luz del día y frente a su céntrico negocio en Penjamillo. Es hora que no aparece. Este jueves, el pleno de integrantes de la planilla electa que gobernaría con él el municipio los próximos tres años, anunciaron que han decidido renunciar a dicha responsabilidad, ante el temor de ser objeto de agresiones por parte del crimen organizado.
Es claro que Mejía Salgado ganó la elección municipal sin ser el abanderado del cártel local y éste ha decidido no dejar que tome posesión, como tampoco lo hagan ninguno de los integrantes de la planilla ganadora, a fin de obligar a una nueva elección y ahí sí decidir desde antes quién debe ser el próximo alcalde.
Lamentablemente, no hay duda que ese será finalmente el desenlace: Penjamillo será gobernado por el crimen, a través de un alcalde impuesto. Pero tristemente, el de Penjamillo no es un caso aislado ni excepcional, es apenas la muestra de lo que en realidad pasa en buena parte de los municipios michoacanos, aunque el mismo fenómeno se extiende al país entero.
Que en otros municipios no se registren hechos de violencia contra los alcaldes, no significa que no haya presencia del crimen organizado. Al contrario, en todo caso es la muestra de que éste opera tan eficazmente, que nada se sale de control y por ende no hay necesidad de llegar a ejecuciones o secuestros.
Ello, igualmente, es la evidencia más contundente del estado fallido en que ha caído México: las elecciones son solo la formalidad en muchos municipios para que los cárteles designen a las autoridades locales. Los electores votan, sí, pero solo por quien previamente ha sido palomeado. Luego entonces, el gran elector no es el ciudadano, sino el narco. Y Penjamillo es la triste muestra de ello.
twitter@jaimelopezmtz