La política es un acto de equilibrio entre los que quieren entrar y los que no quieren salir
Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) Intelectual francés
Las rabietas y los pataleos de aquellos que no son palomeados para ocupar algún cargo en el servicio público o bien como candidatos a cargos de elección popular, son normales en todos los partidos. Es la condición humana y tampoco es como rasgarse las vestiduras.
El PRD ha elaborado su lista de candidatos a diputados locales por la vía plurinominal y, como era previsible, todos los que fueron ubicados en lugares donde difícilmente accederán a una curul, y los que de plano ni siquiera en dicho listado aparecen, amagan con abandonar el partido. Y es que todo mundo se supone con los merecimientos para ocupar lugares de privilegio.
De acuerdo con el comportamiento histórico de los procesos electorales y las expectativas para el de este año, en el caso del PRD es altamente probable que sólo los tres primeros perfiles de la referida lista, alcancen un sitio en la 75 Legislatura: Rocío Beamonte, Víctor Manríquez y Julieta López. Más forzada parece la posibilidad de que el diputado federal José Guadalupe Aguilera, cuarto en la lista, alcance a ingresar.
Claramente, las dos damas son posiciones del gobernador Silvano Aureoles. ¿Injusto?, ¿inmerecido?, ¿hay quienes tienen más carrera partidista? Todo es según el cristal con que se mire. ¿Quién puede, objetivamente, definir cómo se mide la justicia o los merecimientos?
Una cosa es cierta: en un partido tan vapuleado como el PRD, Aureoles es el militante de mayor jerarquía no de Michoacán, sino del país; de hecho es el único gobernador con camiseta amarilla. Por ende, es normal que lleve mano en la definición de candidaturas en su partido, desde la de gobernador hasta las pluris. Rocío Beamonte es la persona de su mayor confianza desde hace muchos años. No se puede decir que su paso como directora del DIF haya sido brillante. En realidad pasó sin pena ni gloria por esa institución. Caso contrario es el de Julieta López. Hasta su campaña para gobernador, hace seis años, Aureoles apenas la ubicaba, pero con el paso del tiempo se volvió imprescindible para él, no sólo en temas de comunicación: prácticamente no hoy escenarios, sobre todo los más complicados, donde el gobernador no le consulte. Julieta se ganó su casi segura curul con base en la eficacia, la lealtad a Aureoles y, sobre todo, con base en lo que cuenta en la política: resultados.
Y conste que, contrario a otros miembros del gabinete silvanista, Julieta López estuvo al frente de un área que no es en absoluto prioritaria para su jefe: la comunicación social. Con exiguos recursos presupuestarios, López hizo circo, maroma y teatro para mantener a flote las posiciones gubernamentales en la agenda cotidiana. Echó mano no sólo de sus dotes comunicacionales, desde el punto de vista teórico, sino de una habilidad poco antes conocida en ella: la meramente política, el cabildeo, los acuerdos, las negociaciones y, hay que decirlo, el respeto a los medios de comunicación.
Dice mi amigo David Garibay que en política no hay sorpresas, en todo caso hay sorprendidos. Y sí. Beamonte será diputada por la confianza que en ella tiene Aureoles, de toda la vida. No hay sorpresa. Y Julieta es muy probable que también ocupe una curul, por eficacia y por resultados. Tampoco hay sorpresa. Y el gobernador, guste o no al resto de los perredistas, lleva mano simplemente porque, insisto, es el liderazgo más sólido que le queda al PRD y, muy probablemente, próximo candidato presidencial. En política no hay merecimientos, hay reciprocidad por resultados. Bueno, casi siempre. Creo que es el caso de Julieta. Al tiempo.
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