Es mucho más fácil criticar a los que mandan, que mandar a los que critican
Anónimo
Finalmente, Raúl Morón se decantó por Humberto Arroniz para que concluya la gestión municipal que encabezó desde agosto del 2018, y que deja este lunes para meterse de lleno en la organización de su campaña por la gubernatura. Al menos tres nombres le mantuvieron ocupado a Morón los últimos días al frente de la alcaldía: Roberto Monroy García, Rubén Pedraza y el del propio Arroniz.
Este fin de semana se decidió por el último de los enlistados. Arroniz, cree Morón, ha adquirido la madurez suficiente para cerrar sin sobresaltos la administración municipal, y por ende ya incluso ha comunicado a los diputados de Morena su decisión de que sea el designado por el Congreso del Estado para ocupar el cargo de alcalde sustituto.
Arroniz debe confirmar, en los hechos, que la confianza depositada en él por Morón, no es injustificada. Pero a los morelianos debe mostrar también que sepultado quedó aquel líder estudiantil violento que creció a la sombra de Genovevo Figueroa en la Universidad Michoacana, y a la que no ayudó mucho que digamos con su accionar belicoso.
Es claro que tras un año inicial de titubeos, Arroniz fue ajustando sobre la marcha y se dio a la tarea de enviar señales de sobriedad, mesura y serenidad como jefe de gabinete. En buena medida lo logró, y ello fue fundamental para que Morón se decantara por él.
Hoy, Arroniz tiene un par de objetivos medulares, uno político y otro institucional: el primero, darle cauce sin sobresaltos y sin deslices administrativos al cierre de la gestión y, por otra parte, pero mucho más importante, manejar con absoluto grado de institucionalidad las decisiones municipales con relación a la pandemia, comenzando por una razonable coordinación en ese objetivo con el gobierno estatal.
En cualquier otra circunstancia, gobernar la capital por siete meses tendría sus naturales complicaciones, pero nada del otro mundo. Hoy, la pandemia y la necesidad de tomar las medidas necesarias para contenerla, todas drásticas, hacen que tomar las riendas del ayuntamiento capitalino constituya un complejísimo reto. Arroniz ya no será sólo el ejecutor de las decisiones que tome Morón, ahora deberá asumirlas él. Por el bien de los morelianos, esperemos que demuestre capacidad para ello. Recibe, en materia sanitaria, una ciudad que es un polvorín. No es una Morelia “normal”, es una Morelia teñida de dolor. Ojalá muestre tamaños para conducir las políticas públicas tendientes a contener la pandemia.
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