La política es el departamento “espectáculos” de la industria
Frank Zappa (1940-1993) Músico norteamericano
Pocas cosas le han hecho irritar tanto a Andrés Manuel López Obrador, al menos en las últimas semanas, como la difusión del documental “Populismo en América Latina”, que comienza a cimbrar a muchos sectores sociales, ya que versa sobre el riesgo que implica el tener gobiernos con una visión “populista”.
Y como el único “populista” en contienda presidencial es el tabasqueño, pues éste se abrogó el carácter de destinatario del documental, y ha ordenado a Horacio Duarte, su representante ante el Instituto Nacional Electoral, pedir, exigir al organismo que indague la autoría intelectual y financiera de dicho trabajo y, por supuesto, que presione para que se frene su difusión.
La reacción de López Obrador dibuja su talante antidemocrático y autoritario, intolerante en toda la extensión del término, lo que lejos de ayudarle, desde luego produce la confirmación de que con él en la Presidencia, la libertad de expresión estaría en riesgo en este país.
El tabasqueño produce, o le producen, material de todo tipo incendiario contra medio mundo, pero en ese caso es un ejercicio de su libertad de expresión; pero cuando se producen trabajos exactamente como los suyos, pero ahora del lado opositor y dirigidos a él, entonces ya se acabó la libertad de expresión, porque se trata de “hechos dolosos que atentan contra la imagen y la integridad de nuestro candidato”, según parte del fundamento de la queja ante el INE presentada por Morena.
Por supuesto que López Obrador tiene razón cuando defiende sus críticas, bajo cualquier modalidad, hacia sus opositores: en efecto, es parte de su libertad de expresión. No tiene razón, claro, cuando trata de bajar producciones críticas hacia su persona. Pero ese es López Obrador, el doble cara, el respetuoso de la ley cuando le beneficia, pero hostigador de ella cuando le es adversa.
Hechos como el descrito evidencian, sin sombra de duda, que entre otros varios, el ejercicio de la libertad de expresión estaría en serio riesgo en un eventual gobierno del tabasqueño, quien poco hace por despejar esa sombra, todo lo contrario, con los hechos la fortalece.
Obviamente no es importante si el material que circula es fundado o no. Quien lo haya hecho ejerció una libertad. En una sociedad democrática no puede, bajo ningún pretexto, impedirse su difusión, muchos menos en el marco de una campaña electoral; es parte de los obligados contrastes que debemos tener para perfilar un voto.
Empero, no es descabellado que el INE actúe para no variar oficioso con el tabasqueño, y ordene que no se difunda. Es probable que lo haga solo en televisión y radio, aunque sea contradictorio con la misma Constitución, pero es imposible que lo impida en internet y redes sociales, afortunadamente fuera de su capacidad de decisión.
Le vendría bien a López Obrador una dosis de tolerancia y de congruencia. Veremos.