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viernes, julio 4, 2025

PRESUPUESTO NICOLAITA: ¿GASTO O INVERSIÓN?

Los artistas mienten para decir la verdad; los políticos mienten para ocultarla

Alan Moore (1953-?) Escritor británico

 

jaimelopezLa Universidad Michoacana aprobó solicitar un presupuesto de 4,551 millones de pesos para el próximo año. En 2021 asciende a 2,800. Es decir, la llamada Casa de Hidalgo proyecta recibir más de 1,700 millones adicionales, o lo que es lo mismo, aumentar de un año a otro su presupuesto en más del sesenta por ciento. Claro, esa es su petición, lo más probable es que a final de cuentas el Congreso del Estado autorice algo cercano a los tres mil millones.

En realidad, la Universidad requiere alrededor de 3,800 millones, dado que su déficit es de mil millones. El rector y el Consejo Universitario elevaron a 4,551 su demanda de recursos, aunque requiera menos, con la esperanza de que al negociar quede en los referidos 3,800. Aunque ni siquiera ese monto parece viable, dadas las penurias financieras del poder público michoacano.

Ello lleva al eterno dilema en el caso nicolaita: ¿debe dársele a la Universidad Michoacana todo el dinero que demanda, o debe ajustarse a lo que hay, a la realidad financiera del estado?

De existir la plena certeza de que la Universidad invierte, no gasta, el dinero, no habría porqué regateárselo. Pero cuando se evidencia que la prioridad en la Michoacana lamentablemente no es la ciencia, ni la investigación, ni la docencia, ni el equipamiento de laboratorios, ni la difusión cultural, sino el pago de bonos ofensivos a miles de empleados que en su mayor parte no justifican la plaza, entonces salta la duda y el recelo de si deben autorizarse más recursos presupuestarios a la institución.

Si el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla decidiera gestionar en el Congreso del Estado un presupuesto como el solicitado por la Universidad, puede darse por descontado que se destinaría a cumplir los chantajes del sindicato de empleados y de su líder, reflejados en bonos y prestaciones inmorales. De hecho, buena parte de las plazas históricamente han sido producto de la corrupción, dado que fueron vendidas por los líderes, pese a que no se requerían en la institución. Los líderes se volvieron millonarios vendiéndolas y hoy hay que destinar presupuesto a pagarlas. ¿Es justo?

Por eso, para que la Universidad demande más recursos, primero estaría obligada a llevar a cabo una reingeniería financiera, basada en orientar el recurso a donde es su prioridad, el alumno y el maestro, no en cumplir contratos leoninos con los empleados. Mientras no sea así, no puede justificarse una ampliación presupuestaria. Solo que para ello, se requiere un rector con los pantalones bien puestos, y eso hace mucho tiempo que no sucede.

twitter@jaimelopezmtz

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