Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje
Aldous Huxley (1894-1963) Escritor británico
Las futuras bancadas legislativas locales de PRI, PAN y PRD, las que entrarán en funciones el 15 de este mes, han anunciado que la alianza que iniciaron en el proceso electoral, la mantendrán vigente en la Cámara de Diputados.
No es un asunto menor ni una buena noticia para Alfredo Ramírez Bedolla, el inminente gobernador, dado que no contará siquiera con mayoría simple en la Legislatura con la que abrirá su gestión: priístas, panistas y perredistas harán una fuerza de 21 diputados, contra 19 que, en el mejor de los casos, podría aglutinar Morena, el partido de Bedolla.
Ello significa que el gobernador encontrará un dique opositor que le puede poner color de hormiga el tránsito de sus iniciativas por el Congreso del Estado, y lo que ello implique en términos de dificultad para echar a andar su visión gubernamental.
¿Qué es más sano: que un gobernador tenga mayoría opositora y eso le paralice buena parte de su mandato, o una mayoría de su partido que le avale todo cuanto envíe al Congreso, sea benéfico o no para el estado? Evidentemente, ninguna de las dos opciones extremas son sanas, porque lo ideal es una oposición fuerte, con capacidad de contener medidas del Ejecutivo perniciosas para la entidad, pero al mismo tiempo con la madurez para respaldarle en aquello que sea legítimo. Pero como el estado ideal no existe, y puestos en una disyuntiva, donde no haya matices ni equilibrios, es preferible siempre en todos los niveles del poder público que los gobernantes no tengan mayoría legislativa.
Está visto que tenerla no redunda en medidas benéficas para la ciudadanía, sino en excesos del gobernante. Luego entonces, y bajo esa realidad histórica, es mejor el escenario donde PRI, PAN y PRD sean mayoría, porque ello garantizará, en teoría al menos, un dique a cualquier exceso, imprudencia o hasta ilegalidad que el Ejecutivo pretendiera impulsar y que requiera el aval legislativo.
Pero aquí viene un pero, el gran pero: ¿serán capaces priístas, panistas y perredistas de no venderse, de rechazar los cañonazos de Casa de Gobierno a la hora de que tengan que votar iniciativas claves para el Ejecutivo? Para ser francos, lo dudo. Sería una sorpresa lo contrario. Veremos.
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