El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes, es castigar al delincuente y proteger al inocente
Manuel Belgrano (1770-1820) Político argentino
Al margen del rescate con vida que se logró del ganadero Ángel Gutiérrez Aguilar, “El Kiro”, es claro que los recientes enfrentamientos entre grupos delincuenciales y de éstos con autodefensas, en Buena Vista y Tepalcatepec, evidencian que la tierra caliente michoacana es el mejor modelo para explicar lo que significa el estado fallido.
El secuestro del ganadero, el domingo anterior, presumiblemente por grupos delictivos de Jalisco, hizo escalar la violencia y los enfrentamientos entre éstos y los cárteles locales que se han unido. El problema es que en estos últimos están involucrados también los grupos de civiles que se han armado bajo la denominación de unas resurgidas autodefensas.
Pero el rescate del ganadero no significará que el clima de violencia y el nivel de confrontaciones entre los grupos rivales, se reduzca. Para nada, porque a fin de cuentas hay un problema estructural, un problema de fondo, que lleva décadas arrastrando a las poblaciones de la zona a vivir en un constante estado de zozobra y de terror. Y ese problema es la inacción del Estado Mexicano. Punto.
No es un fenómeno de reciente surgimiento. Data al menos de dos décadas, si no es que más, pero sí se ha agudizado por la política amlista de los abrazos y no balazos. La única ocasión en que el Estado dio muestras de intervención, fue en 2013 con el envío de Alfredo Castillo quien, hay que reconocerlo, logró descabezar al cártel templario, aunque su pecado fue aliarse y empoderar lo mismo a autodefensas legítimos que a delincuentes disfrazados.
En Aguilillla, Buena Vista y en Tepalcatepec, como en prácticamente toda la tierra caliente, no gobierna autoridad legalmente reconocida, ni municipal ni estatal ni federal. Gobierna, a manera de dueño, el crimen organizado, que impone leyes, normas de convivencia y de producción y que impone policías y funcionarios. Cuando otro cártel le disputa el poder, se desatan los cruentos choques y la población queda en medio, mientras todos los niveles gubernamentales, empezando por el federal, vuelven la mirada a otro lado. Esos municipios, como la zona en su conjunto, son el ejemplo más claro de la pérdida de la rectoría y el control por el Estado, misma que es asumida por la criminalidad.
¿Puede revertirse el fenómeno? Según Hipólito Mora, el emblemático fundador de las autodefensas en la zona, sí es posible, siempre y cuando haya dos condiciones: “un par de productos de gallina” del gobierno. Y al valor habría que añadir, supongo, la decisión, es decir, el querer confrontar y contener a los cárteles. Pero mientras haya un presidente que insista en que con becas y desayunos los narcos se volverán personas de bien, será imposible suponer que la solución al conflicto, que ya es nacional, esté próximo. Hagámonos a la idea.
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