La política es una guerra sin efusión de sangre; la guerra, una política con efusión de sangre
Mao Tse Tung (1893-1976). Político chino
Por desinterés o por dolo, diputados integrantes de las comisiones de Gobernación y de Puntos Constitucionales no asistieron este martes a la sesión a la que habían sido convocados, con el único objetivo de analizar si seguían adelante o no con la solicitud que les formuló Cemide para instaurar un juicio político en contra de José Luis López Salgado, Auditor Superior de Michoacán.
De diez diputados que integran ambas comisiones, solo cuatro estuvieron presentes en La Casona; obviamente no hubo el quórum necesario para que la sesión tuviera lugar.
Que sesiones de comisiones se aplacen por falta de quórum no es, ciertamente, algo novedoso en el Congreso del Estado; vaya, puede decirse que es una práctica cotidiana, pero en esta ocasión queda claro que no se trataba de un tema menor: llevar o no a juicio político al Auditor, acusado por Cemide de ser omiso o irresponsable en el cumplimiento de una serie de obligaciones que ha tenido al frente de esa oficina.
La ausencia de legisladores este martes pudo haber obedecido a su indiferencia o desinterés por cumplir sus obligaciones, ocupados como están casi todos en tareas electorales, lo cual tampoco sería nada raro.
Empero, me inclino más por la otra posibilidad que explique su ausencia: no fueron, porque dolosa y mañosamente así lo idearon, a fin de garantizar la falta de quórum y de esa forma asegurarse que a López Salgado nadie ose tocarlo ni con el pétalo de una rosa; de darle impunidad pues.
Es tal el poder acumulado por el Auditor, vía la información que ha recabado de la clase política michoacana a lo largo de casi siete años, que es hoy un personaje absolutamente intocable, que puede darse el lujo de mandar al diablo a los diputados -que se suponen son sus superiores jerárquicos-, al gobierno y desde luego a Cemide, sin que haya consecuencia alguna.
Y puede darse el lujo, claro, de que los diputados le tengan tal respeto -¿miedo?- que se aseguren de que no haya quórum legal para una sesión en la que, teóricamente, podrían cortarle la cabeza.
Es el riesgo de tener un Auditor con visión enteramente partidista, pero peor, es el riesgo de tener diputados con tal cola que les pisen, que no pueden actuar con independencia, por miedo a ser exhibidos.
Ah, y por cierto, el único diputado de esas comisiones que justificó su ausencia este martes, por razones de salud, fue el priísta Mario Armando Mendoza. Los cuatro que llegaron a tiempo fueron Andrea Villanueva, Ángel Cedillo, Ernesto Núñez y Rosa María de la Torre. Y los que con su ausencia tendieron un manto de impunidad al auditor, fueron Miguel Ángel Villegas, Jeovana Alcántar, Antonio García Conejo, Manuel López Meléndez y Maricarmen Bernal.
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