Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública
Tomás Jefferson (1743-1826) Presidente de Estados Unidos
Alfonso Martínez no necesita que se le ayude, supongo que él puede hacerlo solo, pero en la polémica desatada por la construcción de un nuevo puente vehicular en el cruce de Solidaridad y Vicente Santa María, está claro que le quieren armar un conflicto donde no lo hay, que es meramente ficticio con razones de orden estrictamente político.
Porfirio Barbosa, que fue secretario de Urbanismo en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas en Michoacán, convoca este jueves a la prensa para “denunciar” que dicho puente no está ni tan colapsado como dice el ayuntamiento, ni debe invertírsele tanto dinero como está autorizado.
Barbosa ha enfrentado cargos penales por malversación de recursos a su paso por oficinas públicos, al amparo de las siglas perredistas. Es decir, no es alguien con la solvencia moral como para acusar con dedo flamígero posibles irregularidades de ninguna naturaleza.
Pero aún con ese antecedente, si su postura fuera sensata, valdría. Pero evidentemente no es el caso. Él plantea que es suficiente con rehabilitar el puente, porque él lo construyó, cuando fue titular de SCOP en aquel lamentable gobierno cardenista, y conoce su solidez, y que para ello sólo se requerirían seis millones de pesos. El ayuntamiento asegura que es preferible derribar el actual, por el estado tan deteriorado y de riesgo para los usuarios en que se encuentra, y que construir uno nuevo costará no más de diez millones.
Planteado así, con peras y manzanas, un párvulo sabe cuál opción es más razonable. Es como tener un vehículo que anda en las últimas y que repararlo cuesta, para seguir con la misma proporción, sesenta mil pesos. Quedará, en el mejor de los casos, bien, pero por un tiempo, porque como sea es un auto usado y su tiempo de vida será corto, comparado con uno nuevo, que costará no más de cien mil pesos. Si usted tiene esos cien mil, haría el peor negocio de su vida si no lo compra.
Es el caso del puente. Más aún, habría que cuestionar al ayuntamiento de Martínez si se hubiera decantado por la opción de invertir seis millones de pesos en una rehabilitación, cuando con menos de diez puede construir un puente nuevo. Es casi como de estúpidos pensar que es mejor opción la de Barbosa.
Pero Alfonso Martínez debe saber que lo que haga o deje de hacer, por igual se le cuestionará todo, absolutamente todo, al menos de aquí a las elecciones. Y en la lógica política es entendible: hoy es todos contra Poncho. Si no, al tiempo.