El político piensa en la próxima elección; el estadista en la próxima generación
Otto Von Bismarck (1815-1898) Político alemán
La Guardia Nacional fue flor de un día. Su destino parece sellado: desaparecerá, pero para matizar el fracaso, el presidente López Obrador ha decidido que la Secretaría de la Defensa Nacional la engulla. Y en esa lógica, los gobernadores de los estados morenistas que siguieron la huella presidencial y crearon su propia Guardia Estatal, estarán pensando su viabilidad.
Es el caso michoacano. El gobernador Ramírez Bedolla decidió secundar la “política” lopezobradorista en materia de seguridad pública, y ordenó crear la guardia local, que aquí recibió la etiqueta de “civil”. Parecía razonable. A fin de cuentas, en un régimen centralizado al extremo, es imposible para los estados definir sus propios criterios en materia de gobernabilidad, incluida la seguridad, sin el abierto respaldo del gobierno federal, del presidente en particular.
Siendo pragmáticos, fue entendible la decisión de Bedolla: más vale estar bien con el presidente, en ese y en cualquier otro rubro del quehacer gubernamental. Con lo que no contaba el michoacano, era con la inestabilidad emocional y política del inquilino de Palacio, que así como encumbró a su Guardia Nacional, de buenas a primeras decide mandarla al sótano, al baúl de los recuerdos, que eso es lo que en los hechos sucederá al enjaretársela a la Sedena.
Ya se sabe que con su decreto para ese trámite, el presidente viola la mismísima Constitución, pero ya se sabe también que eso le tiene sin el menor cuidado. Así que puede darse por descontado que la Guardia Nacional pasará a mejor vida en cosa de semanas.
¿Y entonces qué pasará con las versiones tropicalizadas, con las guardias estatales? Pues cada gobernador deberá decidir. En la lógica de mimetizarse con el presidente, los mandatarios locales que ya tienen su propia figura policiaca a la sombra de la GN, seguro querrán también sepultarla.
Empero, es de esperarse que la decisión en el caso michoacano, sea producto de un análisis profundo, reposado, de Ramírez Bedolla. Que no tome una decisión precipitada solo por quedar bien con López Obrador. Si él determinó crear una guardia civil estatal porque tenía elementos sólidos de argumentación, es deseable que mantenga vigente su modelo, al margen del destino de la corporación federal. No es en absoluto una decisión fácil, pero lo exigible para Bedolla es que la tome dejando de lado filias ideológicas y personales con el presidente. Si está seguro que una guardia civil es lo que necesita Michoacán, debe mantenerse firme, y en todo caso que sean los resultados los que con el tiempo perfilen una decisión definitiva. Pero que ésta no se tome por mera conveniencia política. Veremos. Y a la pesadilla todavía le quedan 782 días.
twitter@jaimelopezmtz