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miércoles, julio 30, 2025

QUE SEA UNA PIEDRA EN EL ZAPATO

La política es la ciencia y el arte del compromiso

Franz Liszt (1811-1886) Compositor musical austro-húngaro

jaimelopez

Pasada la tormenta por los términos polémicos en que se decidió su reanudación, el Consejo para el Desarrollo Económico y Social de Michoacán reinició este martes operaciones. En teoría, tiene un objetivo fundamental: aglutinar liderazgos de prácticamente todos los sectores sociales, políticos y económicos del estado, para analizar y proponer alternativas ante los grandes y variados problemas que enfrenta Michoacán.

No es nuevo, se creó hace casi una década, pero en realidad nunca funcionó a plenitud, básicamente porque los gobiernos no solo no le respaldaron, sino incluso le boicotearon, sobre todo porque su condición de autónomo, le da al Consejo un halo de libertad que puede incomodar a más de uno en el poder público. Por lo que puede apreciarse a la distancia, no fue el caso con Alfredo Ramírez Bedolla, que avaló su relanzamiento y para ello respaldó la llegada al frente del organismo ciudadano de Eduardo Orihuela Stefan.

El Consejo es una auténtica torre de babel: lo mismo lo integran líderes empresariales y sindicales, que indígenas y jerarcas religiosos. Por igual ahí conviven ambientalistas que representantes de feministas y de grupos de la diversidad sexual. Más plural, imposible.

En ese sentido, es claro que Orihuela tiene dos retos fundamentales: uno, mantener y acendrar la autonomía del Consejo, más allá del respaldo que haya recibido de Ramírez Bedolla, a fin de darle la solidez y calidad moral, amén de profesional, para analizar con rigor y proponer con independencia absoluta, alternativas para los grandes problemas de la entidad, prácticamente en todos los rubros. Y dos, mantener cohesionado a un organismo de suyo plural, disímbolo, en muchos casos incluso confrontado en visiones y compromisos, entendiendo que cohesionado no debe significar hacerlo caminar en una sola ruta, sino en varias pero teniendo como meta una: el abandono de la inacción y el letargo que caracterizan a la sociedad civil michoacana, y a cambio su integración plena en la definición de políticas públicas que favorezcan a todos los sectores ahí presentes.

Orihuela debe, además, despartidizar y, sobre todo, despolitizar por completo al Consejo y pintarlo enteramente de sociedad civil; en realidad, debiera constituirse en una piedra en el zapato del poder público, al que le restregue sistemáticamente sus falencias en las tareas de desarrollo económico y social, pero sobre todo, al que le alimente de ideas y sugerencias en ese sentido. Si el gobierno le atiende o no, es harina de otro costal.

No menor es el compromiso del Consejo de funcionar sin que signifique una carga presupuestaria, para que ello no manche el sentido de su creación. Parece cuesta arriba, es cuesta arriba. Veremos qué tanto puede Orihuela encaminarlo por esa vía, o si el Consejo, como tantos otros entes ciudadanos, es flor de un día y botín de algunos. Sería una pena que así fuera. Por lo demás, a la pesadilla le quedan todavía 769 días.

twitter@jaimelopezmtz

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