La desconfianza es la madre de la seguridad
Aristófanes (450-385 AC) Comediógrafo griego
Silvano Aureoles deshoja la margarita para designar al nuevo secretario de Seguridad Público. No es, desde luego, un asunto menor, todo lo contrario, es de la máxima importancia…y máximo riesgo también.
Contrario a lo que sucedería prácticamente en cualquier otra dependencia del gabinete estatal, donde los prospectos se pueden contar por decenas, en el caso de Seguridad Pública sucede justo al contrario: se cuentan con los dedos de la mano los aspirantes.
Y es entendible: la realidad criminal y de inseguridad en general que priva en el estado, como en el país entero, obliga a buscar con lupa a quienes se pretende que encabecen las áreas gubernamentales dedicadas justo al combate de esos escenarios.
En el caso michoacano, no se ve en primera instancia alguien del entorno cercano a Aureoles con el perfil y, creo que ni con las ganas, de ocupar la SSP. Alrededor del gobernador, pueden encontrarse varios perfiles de operación política, con mayor o menor capacidad, pero en buen número. El problema es que en materia de Seguridad Pública, el panorama cambia drásticamente.
Aureoles no tiene una fila frente de él con gente levantando la mano para ser designado jefe de la Policía. Al contrario, hoy que busca, todos los suyos parecen esconderse y, para ser francos, con justificada razón: el que llegue a la SSP sabe que su vida peligra a cada minuto. Así, sin más vueltas.
Es claro que si el mandatario no ha designado al sucesor del malogrado José Martín Godoy Castro, no es por el tiempo que le está llevando analizar los múltiples perfiles que tiene en la mesa. Al contrario, la demora es porque no encuentra ya no digamos al ideal, sino al que quiera aceptar el cargo.
En cualquier otra circunstancia, una opción sólida sería buscar de entre los altos mandos de la propia dependencia, pero resulta que a casi ninguno le tiene confianza, dado que todos son gente del propio Godoy provenientes del Estado de México, a los que el gobernador ni siquiera conoce y que, para ser francos, no tienen precisamente lo que se llama prestigio ni buena imagen.
De su círculo cercano, ya dijimos, no hay ni el interés ni la idoneidad. Pudiera quedar la alternativa de “entregar” la posición al gobierno federal, como muchos gobernadores han hecho en esta y en varias administraciones anteriores.
No parece, pues, haber muchas otras opciones. Habrá que ver por cuál de las pocas de que dispone, echa mano Aureoles. Es, seguro, la más delicada de las decisiones en la recta final de su gobierno.