En política, lo que no es posible es falso
Max Weber (1864-1920) Politólogo y economista alemán
Por antecedentes y perfil, parecía natural que Alfredo Ramírez Bedolla se hiciera cargo de la coordinación de la bancada de Morena en la 74 legislatura, que inicia funciones en septiembre próximo. Sin embargo, Cristina Portillo ha irrumpido en escena y ha desatado una campaña encarnizada por quedarse con esa posición.
Para ser francos, Portillo no cuenta con ninguna prenda como para ser designada lideresa de dicha bancada, pero lo apetitoso que será el manejo de prácticamente todo el poder político y, sobre todo, económico, le abrió los ojos y la ambición.
Ramírez Bedolla es fundador de Morena, y Portillo es arribista de última hora. Aquel es un tipo conciliador y preparado, ella es ruda en el manejo político. Con Ramírez los demás actores políticos pueden confiar en que se cumpla lo que acuerden, con Portillo siempre habrá la duda. Él no tiene, que se sepa, antecedentes de irregularidades a su paso por el servicio público, ella ha ido siempre de la mano de la polémica y las suspicacias, sobre todo en la Secretaría de la Mujer, donde quedaron abiertas investigaciones por presuntas irregularidades administrativas, cuando dirigió la dependencia.
Empero, Portillo tiene una ventaja: parece ser apoyada por Roberto Pantoja, el líder de Morena en la entidad y virtual coordinador federal del gobierno lopezobradorista.
Queda claro que si por méritos y trayectoria, amén de perfil idóneo fuera, Ramírez Bedolla iría en caballo de hacienda para liderar la bancada morenista en la próxima legislatura, pero ya se sabe que regularmente no son esos los factores que se toman en cuenta, sino el padrinazgo y los apoyos que se tengan a la mano.
Veremos qué prevalece a final de cuentas en esa designación, si la meritocracia, o el cabildeo de las cañerías.