Como en todo equipo de trabajo gubernamental, el presentado este lunes por Alfredo Ramírez Bedolla estará siendo sujeto al escrutinio, la polémica y la crítica, aunque difícilmente puede ser analizado sin el apasionamiento político, ideológico o partidista: los detractores de Morena y del propio Ramírez fustigarán acremente los perfiles designados por éste, y sus seguidores los aplaudirán a ciegas.
Lo realmente importante, en todo caso, es esperar a ver resultados. Ramírez tiene todo el derecho a designar libremente primero su equipo de transición y luego a su gabinete, y como siempre sucede, él será el que responda por los resultados.
Analizado a vuelo de pájaro, está claro que el gobernador electo armó un equipo en el que ha buscado saldar compromisos políticos pero sin entregar una sobre representación a ningún grupo. Es evidente que él no cuenta con un equipo propio, no por lo menos en el volumen como para armar un gabinete gubernamental, lo cual se explica porque nunca se preparó para el cargo que está a punto de asumir. Su proyecto, ya se sabe, era primero buscar la alcaldía moreliana y luego la gubernatura. Ésta le vino de manera sorpresiva y ahora está obligado a tomar decisiones con más prontitud que en condiciones normales.
A reserva de analizar cada uno de los perfiles que ha integrado Ramírez en su equipo de transición, de entrada desde luego sobre salen algunos nombres claves, como Isidoro Ruiz Argaiz, en su calidad de coordinador, y de Carlos Torres Piña, que será el vocero de esta etapa. Ambos cuentan con una solidez política y administrativa que avala la designación, y en esa misma tesitura podría incluirse a Elías Ibarra, Roberto Monroy, Víctor Toledo y Oscar Celis. Empero, también hay nombres cuestionables por los magros resultados que han entregado en otras responsabilidades gubernamentales, como Graciela Andrade, Brenda Fraga, Hirepan Maya, Antonio Godoy, Julisa Suárez o Mercedes Calderón.
Está claro que Ramírez Bedolla ha integrado un equipo a manera de rompecabezas, con perfiles morenistas, perredistas y priístas; con profesionales de sus áreas pero también con arribistas y acomodaticios; con gente honorable pero también con quienes claramente no lo son. Con otros con los que solo cumple compromisos políticos pero también con quienes él sabe que le van a cumplir. Cierto, así se conforman casi todos los equipos de gobierno. No será este la excepción. A fin de cuentas, insisto, Ramírez es el responsable de la alineación y por supuesto de los resultados, como sea que se den. Veremos.
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