Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo
Alberto Einstein (1879-1955) Físico alemán
Con toda perversidad, pero también con deleznable cálculo político, la Rectoría de la Universidad Michoacana, a cargo de Raúl Cárdenas Navarro , ordenó el cese, sin cumplir los protocolos legales, de Jorge Álvarez Banderas, catedrático de la Facultad de Derecho.
La historia en pocas líneas: poco antes de las elecciones del seis de junio, y claramente a manera de broma, Álvarez Banderas ofreció a sus alumnos un diez de calificación en el siguiente examen si votaban en contra de un partido político. De Morena, para ser más precisos. Todos ellos supieron darle el cariz jocoso a la «oferta» del profesor, menos una chica, que decidió presentar una denuncia ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, por la presunta intención de coaccionar el voto. La estudiante estuvo en todo su derecho, porque se entiende que legítimamente supuso que el mentor podría incurrir en dicho delito, y de hecho, en la propia Fiscalía se dio curso a la denuncia, pero difícilmente prosperará, porque salta, por obvio, el talante bromista del comentario de Álvarez.
Pero donde se vio la oportunidad de cobrarse afrentas personales con el profesor, fue en la Rectoría, y así se le ordenó al área jurídica, que sin cumplir los pasos y tiempos legales que marca el contrato colectivo de trabajo para cesar a un profesor, de inmediato se dio a la tarea de elaborar la rescisión.
El quid del asunto es que el rector y su grupo de jerarcas universitarios, estuvo “cazando” a Álvarez Banderas luego de que éste se convirtiera en una piedra en el zapato, al promover un amparo ante la justicia federal, con el aval de la mayor parte del profesorado nicolaita, por la falta de pagos salariales, pero además, por también recurrir al amparo ante la ausencia de la convocatoria en la Facultad de Derecho para renovar la Dirección, a la cual aspira, legítimamente, Álvarez.
Y es que en una chicanada auspiciada por Rectoría, al concluir la gestión de Héctor Chávez Gutiérrez como director de dicha institución, se erigió como titular provisional Tania Haideé Torres Chávez, sin convocatoria, sin seguir un proceso de elecciones, solo con el aval de la oficina principal de CU. Con toda razón, muchos mentores se inconformaron, pero sólo Álvarez Banderas tuvo los arrestos para promover un amparo ante la evidente ilegalidad, sostenida so pretexto de que la pandemia sanitaria impedía la realización de elecciones en Derecho.
Ambos actos de «insurrección» de Álvarez fueron mucho como para aceptarlos por la Rectoría, que aprovechó el pretexto de la broma de aquel para con sus alumnos, para endilgarle un cese tan fulminante como ilegal. El mandamás nicolaita vio la oportunidad, además, de ofrecer la cabeza de un crítico de la 4T al inminente gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla, como señal de aberrante sumisión.
Así, Rectoría mató dos pájaros de un tiro: se deshizo de un profesor que le ha traído en jaque y envía una ofrenda a la 4T, que igual puede servirle al rector para encontrar acomodo en el gobierno estatal cuando concluya su lamentable paso por CU. O eso pretende, porque lo más probable es que Álvarez Banderas gane los recursos internos y luego externos que interpondrá para recuperar su plaza docente, y seguro Ramírez Bedolla ni enterado está del acto de vergonzosa sumisión de la Rectoría, cuyo talante vengativo, perverso y acomodaticio, ha quedado más que confirmado.
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