El que no se atreve a ser inteligente, se hace político
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) Escritor español
En condiciones normales, nadie puede poner en duda que la educación es un factor absolutamente esencial en cualquier sociedad, pero hoy no transcurre nuestra vida en normalidad, y la educación no debe ser considerada actividad esencial.
El gobierno federal, específicamente Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública, no quita el dedo del renglón en el sentido de que el primero de junio está contemplado el regreso a las clases en el país, si bien en las últimas horas matizó relativamente, al advertir que habrá que cuidar primero que haya las garantías de seguridad para la salud de niños y maestros.
La pregunta puede parecer ociosa o hasta ruda, pero ¿qué pasa si el regreso a clases se recorre dos, tres o los meses que sean necesarios, hasta que la pandemia esté en niveles razonablemente manejables? Nada, no pasa nada.
Que los niños y jóvenes no reciban instrucción educativa por algunos meses más, no les cambiará la vida. En cambio, la presencia masiva en los centros escolares sí representaría un riesgo elevado para rebrotes de contagios no sólo entre maestros y padres de familia, sino entre los propios infantes, que no son inmunes al coronavirus, ya se ha demostrado.
En las actuales condiciones, hay otros rubros que pasan a ser verdaderamente vitales para tratar de contener la brutal caída de la economía, producto a su vez de la pandemia. Sectores en los que la producción no puede pararse y que además permiten que los empleos se mantengan. La educación, con todo respeto, no entra en estos momentos en ese nivel de prioridades.
De hecho, son varios los gobernadores que se han manifestado renuentes al reinicio del ciclo escolar el primero de junio, y la lógica indica que su rechazo es justificado: justo ahora parece que llegamos al pico de la pandemia, y se antoja descabellado suponer que en quince días se modificará el panorama.
Es de esperarse, pues, una corrección sobre la marcha por la SEP y su titular, aunque en todo caso la decisión de los gobernadores será tanto o más relevante. Semanas más, semanas menos, no cambiará el nivel de preparación en las aulas de nuestros niños y jóvenes, de cualquier forma bastante deficiente históricamente hablando. Seamos realistas.
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