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jueves, octubre 30, 2025

REPRESALIAS PREVISIBLES

La justicia no espera ningún premio; se la acepta por ella misma, y de igual manera son todas las virtudes:

Cicerón (106 a. C. – 43 a. C.) Filósofo romano

Era sólo cuestión de tiempo. Estados Unidos le ha aplicado a México una sanción que todo mundo veía venir, pero por la cual el gobierno se rasga las vestiduras: la cancelación de trece rutas aéreas tanto del AIFA como del aeropuerto Benito Juárez, dos ya en operación y once a punto de arrancar. Todas con destino a sedes del país vecino.

Estados Unidos argumenta que México ha incumplido el acuerdo binacional de darle a sus líneas aéreas trato igualitario con relación a sus pares mexicanas. Y, hay que decirlo, tiene razón, porque en una más de sus locuras, Andrés Manuel López Obrador decidió por decreto que la mayor parte de la carga aérea pasara del Benito Juárez al AIFA, para que éste, su juguete y berrinche, tuviera algo de movimiento, dado que nadie quería usarlo. Todo mundo le hizo ver al tabasqueño lo descabellado, irracional y anti reglamentario de su decisión, pero como buen dictador se mantuvo en su decisión, y ahí están las consecuencias.

Ahora Claudia Sheinbaum se ve obligada a defender la irracionalidad de López y a apelar a que el cambio de aeropuerto para el transporte aéreo de carga fue una decisión soberana de México, lo cual endulza el oído de sus ignorantes huestes, pero que en realidad resulta una falacia, dado que eso de “decisión soberana” se relativiza cuando va en contra de acuerdos que México tiene firmados con otros países. Es el caso.

Otras locuras de López Obrador, como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas, no traerán consecuencias porque Sheinbaum se encarga de la impunidad requerida, y no afectó a nadie fuera de nuestras fronteras, pero el tema del AIFA se cuece aparte, al afectar directamente al poderosos vecino del norte, que tarde o temprano iba a tomar represalias.

Ahora habrá que ver cómo reacciona la presidenta: lo lógico es que al asistirle la razón a Estados Unidos, corrigiera y diera marcha atrás, pero ello significaría admitir que su gurú se equivocó, lo cual sería casi como un sacrilegio, porque las deidades no se equivocan. Para Sheinbaum y para la 4T, López Obrador es eso, un semi Dios, por tanto infalible. De ahí que lo más probable es que la presidenta prefiera aferrarse a la violación a los acuerdos con los norteamericanos, antes que “incomodar” con el pétalo de un revire al señor que vive escondido en La Chingada. Si no, al tiempo. X@jaimelopezmtz

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