A las dictaduras les pasa lo que a las bicicletas: si se paran, se caen
Maruja Torres (1943-?) Periodista española
En el ámbito personal, estrictamente individual, el Presidente López Obrador está en todo su derecho de correr los riesgos que quiera al no seguir las instrucciones sanitarias en relación al posible contagio del coronavirus. Si se cree un superdotado o tocado por una gracia divina que le vuelve inmune al contagio, está bien, es su necedad, es su problema, es su posible enfermedad.
El quid del asunto es que no termina de ubicarse como presidente, ni siquiera parece dimensionar su papel de líder de algo más próximo a una secta religiosa que a un movimiento social o político; no termina por asimilar que como presidente debe ser el primero en acatar disposiciones de políticas públicas diseñadas por su propio gobierno, en este caso para reducir el riesgo de propagación del coronavirus en el país, una vez que ha hecho su aparición oficial.
Por la mañana del viernes, encabeza en Palacio Nacional rueda de prensa donde él y las autoridades de Salud dan a conocer que es importante que la población siga elementales normas sanitarias para reducir riesgos de propagación del virus; hasta ahí, bien, pero por la tarde del mismo viernes, el “inmune” López Obrador reta las reglas básicas y de sentido común y con todo desparpajo e intención redobla los abrazos y hasta los besos con la muchedumbre. Irresponsabilidad nivel macro.
Es altamente probable que una buena parte de los mexicanos, los que razonamos y tenemos un mínimo de preparación o al menos de sentido común, no sigamos su ejemplo irresponsable y optemos por acatar la normatividad sanitaria básica para estos casos; empero, también es muy posible, por no decir que casi seguro, que sus fieles seguidores, esos para los que ni la lógica ni el sentido común ni la ciencia valen, sino solo la palabra del iluminado, esos, que indudablemente son muchos, no mayoría pero sí muchos millones, sí sigan su demencial ejemplo.
“El mesías no se equivoca, si él dice que el coronavirus es un mito, seguro lo es, por eso no se enferma aunque abrace y bese a su pueblo”, es el razonamiento de su feligresía; el problema es que ésta convive con el resto de los mexicanos, no forma parte de una secta aislada del mundo, y tal irresponsabilidad puede generar un fenómeno sanitario fuera de control.
Bien le vendría a López Obrador, pues, un mínimo de conciencia y de responsabilidad, no mostradas casi en ningún aspecto de su gobierno hasta ahora, pero que en tratándose de temas sanitarios adquieren mucha mayor relevancia; y bien le vendría a sus seguidores igual una pizca de conciencia, por un momento poner por delante la inteligencia y el sentido común a la fe ciega en el guía espiritual, y entender que, aunque no les parezca, éste también es humano y, por mucho que lo duden, también comete errores. Claramente, este es uno de ellos, que podría ser de fatales consecuencias. Al tiempo. twitter@jaimelopezmtz jaimelopezmartinez@hotmail.com