Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de fusil
Abraham Lincoln (1809-1865) Presidente de Estados Unidos
El gobierno ya no mata periodistas, suele insistir Andrés Manuel López Obrador cuando se le cuestiona por el número tan elevado de asesinatos en contra de comunicadores. Este lunes, otro perdió la vida de manera violenta, ahora en Chilpancingo, Guerrero: Fredi Román.
Con él, se llega al escalofriante número de quince los periodistas asesinados en México solo este año. 2022 es el año más violento contra comunicadores en la historia, lo que por obviedad vuelve al gobierno de López Obrador en el que lidera esa estadística de vergüenza.
A cada ejecución, el presidente solo tiene una respuesta: el gobierno ya no mata periodistas. Eso implica aceptar que antes el gobierno sí los ejecutaba. No consta que así sea, aunque tampoco se puede descartar, pero en lo que no hay duda es que nunca antes, como ahora, ha habido tal nivel de facilidad para la ejecución de periodistas, básicamente por una razón: la impunidad. Los delincuentes saben que cuentan con un 99.99 por ciento de posibilidades de que su crimen quede sin castigo.
Concedamos, sin aceptar, que el gobierno, el gobierno de la 4T, no mata periodistas, pero eso no reduce la gravedad del hecho, porque en todo caso sí tiene una responsabilidad por omisión, al no contener el clima de criminalidad que azota al país. Y sí tiene una responsabilidad implícita, en específico López Obrador, porque atiza, un día sí y otro también, a los periodistas, como parte de su inmoral estrategia de culpar a todos de los males e ineficacias del país, menos a su gobierno, menos a sí mismo. Y en ello, los periodistas somos destino cotidiano. El presidente se ha encargado de generar un halo de odio hacia los periodistas de parte de sus huestes, regularmente ignorantes y por tanto manipulables.
Entonces, decir que el gobierno ya no mata periodistas es, en el mejor de los casos, una verdad a medias: no los mata, quizá sea cierto, pero propicia un escenario de odio hacia ellos y un ambiente de impunidad cuando hay algún ataque en su contra. Luego entonces, sí hay, al menos indirectamente, una responsabilidad en la terrorífica realidad que vive el gremio, para el que hacer su labor en México equivale a jugar a la ruleta rusa. Y a la pesadilla todavía le quedan 770 días.
twitter@jaimelopezmtz